lunes, 6 de agosto de 2012

La Liga de las estrellas solo brilla en la oscuridad

Ahora sí que podemos hablar de la Liga de las estrellas con propiedad. A ver en qué país son capaces de organizar una competición que se juegue a las once la noche de un día laborable por muy agosto que sea. A estas alturas los alemanes deben de estar lívidos de envidia. Mucho amenazar con la prima de riesgo y la deuda, pero aquí todavía somos capaces de irnos al fútbol un domingo o un lunes a las once de la noche como si no hubiera un mañana. Que se jodan los alemanes si se tienen que levantar al día siguiente para trabajar. Algunos que creían haberlo visto todo solo porque en algunos gobiernos europeos, incluido el nuestro, han puesto a dirigir la economía a tipos que vienen de organizar desde Lehman Brothers la ruina que nos asola, deberían fijarse en que aquí han puesto al frente del fútbol profesional a un individuo que consiguió arruinar y enfilar hacia el descenso a un club que durante casi un siglo tuvo como una de sus principales señas de identidad el buen gobierno de su modestia.
Hubo un día en el que al panal de rica miel del fútbol cien mil moscas, moscardones, constructores e intermediarios acudieron con sus cámaras de televisión al hombro dispuestos a hacerse más ricos todavía metiendo la mano en los bolsillos de los aficionados, los únicos de este negocio que han demostrado estar siempre dispuestos a dejarse la piel en la taquilla por los colores de su equipo. Trajeron algunas figuras de talla mundial cuya luz proyectaba suficientes sombras como para esconder muchas medianías, carne de pescuezo pagada a precio de solomillo, apartamentos de una habitación construidos en pladur, a precio de palacio en piedra de sillería. El fútbol aprendió a vivir por encima de sus posibilidades y algunos se creyeron el invento. La Liga de las estrellas, la llamaron, la mejor Liga del mundo, un motivo de orgullo patrio difícil de entender por cualquiera que almacene sus neuronas con cierto orden. Todo aquello se ha acabado aunque parece que algunos no se han dado cuenta todavía y siguen tirando de la cuerda aunque al otro lado ya no quede nada. El paisaje de la mejor liga del mundo recuerda mucho al de una urbanización de alto estanding embargada por los bancos donde por la noche apenas alumbran las luces de cuatro viviendas habitadas.
Ante la situación de ruina general los responsables han optado por la huida hacia adelante. Si algo han dejado claro estos años es la dudosa rentabilidad del fútbol para recuperar inversiones de dinero estratosféricas, pero si el pay per view ha dejado a un operador de televisión en el umbral de la ruina (el termómetro de los impagos es infalible), ahora volvemos a tener dos disputándose los derechos exclusivos de la imagen del espectro.
Dicen algunos que esa guerra de las televisiones ha sido la que ha provocado el disparate de los horarios de las tres primeras jornadas de la Liga, y acusan a los responsables del fútbol profesional, con su presidente al frente, de alinearse con uno de los operadores para perjudicar al otro. Lo dicen, y lo escriben, los del bando del perjudicado desde la posición teórica del medio volante izquierdo. Pero los de la LFP han salido al paso mediante un comunicado para explicarnos en unas líneas en qué manos estamos. "Ante las opiniones que se vienen realizando..." dicen -¿desde cuándo las opiniones se realizan?)- es su deber aclarar que lo han hecho por el bien de los futbolistas, cuyo convenio establece al parecer a qué temperatura pueden jugar, como si el fútbol estuviera junto con la minería, la pesca o la construcción en el grupo de las actividades laborales penosas, tóxicas, peligrosas o insalubres.
Además de por el calor, los redactores de la nota apelan a su interés por fomentar el turismo para justificar el desaguisado. "Para la fijación de los horarios se ha considerado también la ubicación geográfica, así como el fomento turístico del futbol para incentivar a los aficionados a acudir a los partidos en época veraniega y vacacional", aseguran. El intento de explicar lo inexplicable justificandolo con los argumentos más peregrinos.
Hace un par de semanas se publicó que el Bayern de Munich tenía vendidas todas las localidades para todos sus partidos como local en la Bundesliga. Los aficionados alemanes, como los ingleses, saben dónde, qué día y a qué hora jugarán sus equipos hasta mayo. Aquí sabemos que la Liga se jugará aproximadamente los fines de semana. La Liga de las estrellas es la que brilla cuando llega la noche, como su propio nombre indica.
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