domingo, 10 de junio de 2012

España empata con Llorente
y Javi Martínez de espectadores

Si, como se dice, Llorente había fiado su estrategia negociadora con el Athletic a su papel en la Eurocopa, está claro que ha cometido un error de bulto. Otra cosa será que eso que se dice sea cierto o no pase de ser uno de los cientos de rumores que circulan en torno al culebrón de su renovación. Es lógico que un futbolista confíe ciegamente en sus posibilidades y se vea a sí mismo siempre como titular indiscutible, pero los futbolistas también tienen sentido común y son listos para captar los mensajes que les transmiten los entrenadores. Llorente debe saber en su fuero interno que ocupa el último lugar en la cola de delanteros que esperan turno ante Del Bosque. Si además al seleccionador le da por no contar con ninguno de sus arietes específicos, la cosa se complica sobremanera. Llorente no puede ser la única persona del mundilo futbolístico que no haya seguido el debate sobre quién debe ocupar el eje del ataque de la selección española y, por mucho que su imagen fuera de los terrenos de juego se cotiza a la par que la de los titulares, sabe que su nombre desaparece de todas las tertulias cuando se empieza a especular con la alineación inicial. El delantero del Athletic está además en posesión de la información privilegiada que le otorga el estar presente en entrenamientos y charlas tácticas. No puede ser que Llorente haya fiado su estragia negociadora con el Athletic a su papel en esta Eurocopa.
Es cierto que en fútbol todo es posible y que, tratándose de un delantero centro, un solo instante es suficiente para alcanzar la gloria absoluta. Un gol decisivo en un partido decisivo puede suponer un cambio significativo en la cuenta corriente de un delantero. Pueden mediar además lesiones y otras circunstancias que obliguen a un técnico a modificar sus planes iniciales pero, de momento, Llorente parece condenado a repetir en la Euro el papel secundario que interpretó en el Mundial.
El empate en el estreno ante Italia tampoco le favorece. España tendrá que ganar los dos partidos que le quedan ante Irlanda y Croacia si quiere pasar a la siguiente fase como campeona de grupo y eso le complica a Del Bosque la posibilidad de dar un respiro a sus titulares en el tercer partido de la fase inicial.
Los planes de Del Bosque quedaron meridianamente claros ante Italia. Dispone de un grupo de tanta calidad que puede maniobrar casi a su antojo. Contra los italianos empezó sin delantero centro, al estilo de como juega el Barcelona, intentando desequilibrar a los centrales rivales con llegadas por sorpresa desde la segunda linea de Cesc, Silva o un Iniesta que parece que ha llegado a la Eurocopa con mucha chispa. La cosa le funcionó a medias porque con esa disposición la selección no marcó, aunque eso no quiera decir necesariamente que lo hiciera mal. Ocurre que enfrente estaba Italia, una selección que, se pongan como se pongan los panegiristas de la roja, tiene detrás una historia que le da un plus de competitividad del que carecen otros equipos. Italia podrá estar peor o mejor, pero siempre es un rival de cuidado. Las camisetas azzurri pesan lo suyo cuando se alinean en un terreno de juego. Pensar que se puede ganar con facilidad a Italia es no saber de qué va esto y algunos, obnubilados por los últimos éxitos de la selección española, parece que no se enteran.
Se adelantó la escuadra azzurra a la hora de juego gracias a un buen gol de Di Natale y no lo hizo antes porque Ballotelli se durmió mientras pensaba por dónde podía hincarle el diente a Casillas. La selección española tuvo la fortuna de empatar tres minutos más tarde al culminar Cesc una gran combinación al primer toque de Iniesta y Silva, quien regaló al azulgrana un extraordinario balón interior. El empate rápido evitó males mayores a un equipo que sin jugar mal, no veía la forma de superar a un rival que utilizó durante muchos minutos sus propias armas, es decir, posesión de balón, apoyos cortos y mucha paciencia.
Tras el empate, Del Bosque apostó por abrir el campo dando entrada a Jesús Navas por Silva y poco después cambiando a Cesc por Torres. Cambió la configuración del frente de ataque de la selección española, poniéndo sobre el césped otra de las muchas alternativas que puede manejar, y Torres dilapidó un par de ocasiones fabricadas por él mismo. Claro que Italia también dispuso de las suyas, desbaratada alguna por un Casillas enorme, así que la discusión sobre la decisión de Del Bosque seguirá abierta al menos hasta el próximo jueves, cuando España se enfrente a Irlanda.
Discutir sobre las decisiones del seleccionador español es un deporte paralelo que cuenta con un seguimiento tan amplio o mayor que el propio fútbol así que tenemos por delante cuatro días divertidos en los que asistiremos al desarrollo de verdaderos tratados de táctica y estrategia, amén de análisis más o menos sesudos basados todos en la indiscutible superioridasd futbolística de España ante el universo mundo. Luego viene una Italia enfangada en un asunto tan turbio como el de las apuestas amañadas, se las arregla para cuestionar esa superioridad y a algunos les falta tiempo para cuestionar la autoridad de un entrenador que ha ganado más que nadie.
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