viernes, 1 de junio de 2012

Balance de un año para el recuerdo (III)

La sala de máquinas del Athletic, la gran aportación de Bielsa

El fútbol se gesta en el centro del campo. La identidad de un equipo se labra en esa amplia zona donde concurren las dos facetas de este deporte: la recuperación del balón y la creación del juego. Es necesario disponer de la herramienta para ponerse a trabajar y la herramienta del futbolista es el balón. Hay quien renuncia y prefiere construir su juego basándose en la sorpresa, en la prestidigitación del mago que muestra sus manos vacías solo un instante antes de desplegar una baraja de naipes o hacer volar a una paloma. Son los magos del contrataque, los que de la nada fabrican una ocasión de gol. No es ese el estilo de Bielsa. Prefiere manejar la herramienta, disponer del balón para crear moviéndolo de aquí para allá, buscando el camino más corto hacia la portería contraria que, como se sabe y al contrario de lo que dicta la geometría tradicional, en el fútbol no es la línea recta. Eso sí, a Bielsa le corre prisa tener el balón y por eso manda a sus hombres a buscarlo alli donde esté con espíritu depredador. Si cuando se trata de proteger la portería al técnico no le importa retrasar su línea defensiva hasta el área pequeña (sobran los dedos de una mano para contar los fueras de juego que provoca la defensa rojiblanca en un partido), cuando toca recuperar, quiere hacerlo muy adelante, cerca de la meta contraria, para que así el camino hasta el gol sea lo más corto posible. La presión adelantada refleja la imagen de un equipo ambicioso hasta la ansiedad; el trabajo desplegado para recuperar el balón en territorio enemigo denota valentía y confianza en las propias fuerzas. Pero hay que hacerlo muy bien para que no se vuelva en contra.
El Athletic tuvo serios problemas para ejecutar la idea de su entrenador durante los dos primeros meses de la competición. El equipo y con él su público, vivió en un sobresalto continuo porque cada error suponía una puñalada en la espalda. Robar el balón arriba requiere una numerosa presencia de jugadores en zonas muy alejadas de la portería propia. Si el rival consigue evitar el asedio, y con un solo pase certero puede eliminar a medio Athletic, la consecuencia inmediata es una situación de peligro ante la portería de Iraizoz. Para terminar de complicar más el tema, Bielsa quitó del centro del campo a Javi Martínez, el jugador más capacitado para la recuperación y lo sustituyó por un Iturraspe que nunca ha destacado por ser un futbolista especialmente aguerrido ni sacrificado.
Pero fue precisamente sobre Iturraspe donde Bielsa empezó a construir su Athletic. Del robar y dar de Javi Martínez el Athletic pasó al robar y crear de Iturraspe. El medio centro es un puesto desde el que se dispone de una visión panorámica de juego y esa es una ventaja sustancial para un futbolista con criterio. Iturraspe ha dado este año un curso completo de un fútbol magnífico a partir de la sencillez de su concepción. Como los más grandes, el chaval de Abadiño ha jugado con ese estilo en el que parece que todo es muy fácil. Pases sencillos al compañero que está de cara, balones en ventaja a los laterales o media vuelta y a empezar de nuevo si no aparecen claras las líneas de pase. Tocar y moverse, pasar y apoyar, sin barroquismos, fácil, como quien no quiere la cosa. Así han jugado siempre los cerebros de los equipos más competitivos. Iturraspe ha sido otro de los grandes beneficiados por la llegada de Bielsa. El año pasado llevaba camino de convertirse en esa eterna promesa de Lezama que acaba rumiando su fracaso en el Albacete o en el Salamanca. Un tecniquillo más, un mingrafía de esos que desesperan a los aficionados que piden legionarios con barba de tres días vestidos de futbolistas. Le costó unos cuantos partidos hacerse con los galones, pero la confianza que depositó en él Bielsa, manteniéndole contra viento y marea, acabó por rendir un magnífico dividendo. El Athletic tiene un cerebro privilegiado en su sala de máquinas que juega y hace jugar al equipo exactamente como quiere el entrenador.
Otro de los que le tienen que regalar una placa labrada a Bielsa es Oscar De Marcos. Al igual que Iturraspe, el de Laguardia estaba el año pasado a punto de engrosar la larga lista de debutantes que han acabado desperdigados por la Segunda B. De Marcos añadía a su aspecto de futbolista frío y poco implicado, su condición de fichaje procedente del Alavés, más dinero malgastado en detrimento de la cantera de Lezama y del fútbol de bronce local, bramaba ese sector de la afición con tendencia al fundamentalismo bizkaitarra. De pronto, De Marcos se ha convertido este año a ojos de ese mismo sector no ya en un legionario de barba cerrada, sino en todo un centurión que es capaz de continuar en el campo con un desgarro en los testículos, sin torcer el gesto ni desmayarse ante la visión de semejante espectáculo debajo del pantalón. Se sabía que era poseedor de una técnica más que apreciable y una velocidad competitiva. Lo que nadie sabía, salvo Bielsa, era que De Marcos es una fiera incansable que corre más a medida que pasan los minutos y que disfruta reventando rivales engañados por su aspecto de niño que nunca ha roto un plato. Su impresionante despliegue ha estado detrás de algunos de los mejores partidos que ha jugado el Athletic. Lástima que en el tramo final el chaval haya sucumbido a su condición humana. Aunque durante los meses de invierno pareció una máquina de acero inoxidable, la primavera nos devolvió a un jugador de carne y hueso, agotado después de tanto esfuerzo. En el tramo final el Athletic ha echado mucho en falta su vigor a la hora de presionar y su capacidad de desdoble en los relevos. Su cansancio ha tenido mucho que ver con la flojera general del equipo en los últimos partidos.
Ander Herrera ha aprovechado en muchos encuentros el dinamismo de De Marcos para sacar a relucir el fútbol exquisito por el que fue fichado del Zaragoza. Una lesión en el tramo inicial y una pubialgia que le ha martirizado durante meses nos han dejado un Herrera intermitente. Cuando ha jugado en plenitud de condiciones se ha revelado como un media punta letal, perfectamente conectado con el medio centro y brillante en la distribución en los metros decisivos, además de atrevido en la jugada individual al borde del área. Lo peor de su temporada han sido esos problemas físicos que han minado su juego y muchas veces le han nublado la mente cuando la claridad de ideas es una de sus mejores virtudes. También habría que achacarle cierta inconsciencia para jugar balones complicados en terrenos comprometidos y una tendencia a la filigrana y el taconazo que seguro que corregirá con el tiempo. Con el balón en los pies disfruta como si estuviera jugando a fútbol sala con los amigos, olvidando que en un partido de Primera División ciertas licencias se suelen pagar muy caras.
Estos tres jugadores han sostenido prácticamente el centro del campo  a lo largo de toda la temporada. Iturraspe ha participado en 35 partidos de Liga, cuatro de ellos como suplente, mientras que De Marcos solo ha faltado a cuatro citas siendo titular en las 34 restantes. Herrera, que como ya se ha dicho, ha atravesado problemas físicos, ha sido titular en 25 ocasiones y suplente en 7, pero aunque ha sido el jugador más sustituido, está en el grupo de los diez que han superado los 2.000 minutos de juego. Iñigo Pérez, el suplente más utilizado en el centro del campo, no llega a los mil minutos de juego. Gabilondo y David López han intervenido en 704 y 402 minutos respectivamente.
Es curioso el caso de Iñigo Pérez. Descartado en principio por Bielsa, acabó teniendo una oportunidad y se ganó la confianza del técnico con una gran demostración en el Sánchez Pizjuán, en uno de los partidos cumbre de la temporada. Ha jugado en el medio centro como relevo de Iturraspe, en la media punta en el sitio de Herrera, y en el lateral izquierdo. Ha acreditado lo que ya se sabía de él: buena técnica y buen golpeo a balón parado, pero no ha terminado de confirmar lo que apuntó en aquel partido de Sevilla. La polivalencia juega a su favor, porque el técnico quiere jugadores de ese corte, pero quizá esa misma dispersión le ha impedido afianzarse en un puesto concreto. Ha terminado la temporada y no está claro si Bielsa se equivocó descartándole o acertó recuperándole.
Mucho más claro ha quedado el papel de Gabilondo. Titular en los primeros tiempos, en los que Bielsa apreció su buena técnica y su compromiso cuando el equipo no tiene el balón, desapareció de las alineaciones para volver solo en momentos muy concretos y casi siempre por causa de fuerza mayor. El de Añorga ya se ha despedido del Athletic dejando una hoja de servicios en la que se subraya su profesionalidad tanto en los buenos tiempos como cuando las cosas le han ido peor.
David López ha jugado menos todavía. Su calidad técnica parecía reclamar una presencia más continuada, pero hubiera tenido que brillar muchísimo más en los escasos minutos que le concedió Bielsa para discutir un sitio a los titulares.
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1 comentario:

michelle dijo...

Llegamos a acercarnos a esa fase de la que hablaba juancar, no me refiero a nombres de futuro sino a hombres.
Claro tu análisis. Si bielsa continua es meridiano que lo harán los 4 centrales actuales, muy polivalentes para turnarse entre ellos. Sin embargo las dudas me surgen al tocar los laterales, necesitamos urgentisimamente un derecho, y no me importa el nivel, si deseamos que iraola abándone el futbol profesional de una pieza necesitamos un relevo ahí. La izquierda está cubierta, pero igualmente me asalta otra duda: considerando un posible futuro de SABORIT y JONAS, unidas a la posibilidad de que aurtenetxe actue de central, deberiamos vender un central a tiempo?????
En el medio lo has bordado, yo no tocaría nada, otorgaría más confianza a iñigo, parece decidido el relevo natural gratuito de gabi.... la cuestión es: nos podemos permitir la fitxa de david lopez si no va a jugar. Bielsa debe ser honesto en este tema.
Arriba hay 3 jugadores, de sobra para el sistema de bielsa. Cedidos aparte, se podrá evaluarlos.
Por añadir un pelo de tabasco al debate juancar.