martes, 31 de enero de 2012

Fútbol, leyes, usos y costumbres

Además de por el Reglamento, única norma impresa negro sobre blanco que regula el fútbol, este deporte y sus aledaños se rigen por una serie de leyes no escritas y diversos usos y costumbres que se suelen resumir en sentencias y tópicos más o menos afortunados que en su elementalidad esconden verdades indiscutibles del tenor de 'no hay enemigo pequeño', 'los partidos duran noventa minutos' o el ya clásico de Boskov, 'fútbol es fútbol', que resume en tres palabras la esencia de este deporte y que merecería estar esculpido en mármol.
Estos días volvemos a asistir a una nueva repetición de estos usos y costumbres. Han bastado un par de tropiezos y siete puntos de distancia en la tabla, para que los hasta la fecha comedidos jugadores del Barcelona, empiecen a enredarse en unas declaraciones que hasta ahora eran exclusivas de sus grandes rivales blancos. No es que los de Guardiola se hayan salido del tiesto y hayan dicho nada que ofenda a nadie, pero oir a Messi hablar de los árbitros ya supone un cambio cualitativo. Lo de Xavi y su valoración sobre el saber perder de los madridistas, entra en el terreno del puro cotilleo, puesto que se trata de la publicación a traición de una conversación privada, que fue posible porque a un veterano como Xavi le pillaron como a un pardillo y porque alguien de TV3 no acudió en su día a clase de deontología, pero hablar a día de hoy de deontología o simplemente de vergüenza profesional, es como ponerse a recitar con Pedro Crespo aquello de 'al rey la hacienda y la vida se ha de dar, pero el honor es patrimonio del alma, y el alma sólo es de Dios', emotivo sí, pero tan absurdo como un colador sin agujeros.
Si los barcelonistas están cumpliendo fielmente con la costumbre de quejarse de los árbitros en época de vacas flacas, la presencia de un equipo de Segunda B en la semifinal de Copa, ha desparramado toda la panoplia de tópicos y lugares comunes que suelen acompañar estos casos extraordinarios, aunque no tan inhabituales como se pueda pensar en un primer momento. El Castilla llegó a jugar una final de Copa contra el Real Madrid, y el Numancia ya se cargó a tres equipos de Primera cuando era un perfecto desconocido, por no hablar de la pléyade de los llamados 'matagigantes', que alcanzaron alguna vez las portadas de los periódicos.
El protagonista es ahora el Mirandés así que, de pronto, la ciudad ferroviaria se ha convertido en el epicentro de la noticia (¡toma topicazo!). Ya sabemos que uno de sus jugadores trabaja por las mañanas en un banco, lo que curiosamente en los tiempos que corren no le ha hecho perder un ápice de popularidad entre sus convecinos, y no hay radio que sintonices o televisión que enciendas, en la que tarde o temprano no acabe saliendo Carlos Pouso o algún eufórico lugareño. Ya nos han informado sobre el número de habitantes de Miranda de Ebro, sus principales fuentes de riqueza, la relación entre el presupuesto del Mirandés y la renta per cápita de Kazajistán, y sabemos también que las entradas para ver el partido cuestan 90 euros, que no en vano la de atizar duro en la taquilla sigue siendo una de las costumbres más arraigadas en este mundo del fútbol ultimamente tan audiovisual.
Decíamos que en este deporte tienen singular importancia los usos y las costumbres, pero también rigen las leyes no escritas. Es verdad que no hay enemigo pequeño, pero al mismo tiempo, una de esas normas que no se pueden leer en ningún sitio como tales, dice que al final del sueño la lógica, que también existe en el fútbol, termina imponiéndose. Al fin y al cabo en castellano hay un dicho para demostrar una cosa y otro para sostener la contraria, así que el fútbol funciona en este sentido como el refranero, o sea, que no hay enemigo pequeño, pero el pez grande se acaba comiendo al chico. Al cumplimiento de esa ley que apela a la lógica se tiene que aferrar el Athletic para alcanzar la final. Está muy bien el entusiasmo que despierta siempre en las masas la pedrada certera de David en la cabeza de Goliath, pero hablamos de fútbol y lo normal suele ser que Goliath coja la piedra y le atice a David, aunque la aplicación de la ley del más fuerte resulte siempre impopular.
El Athletic tiene abierta la puerta que conduce a la final y solo tiene que dar el paso para atravesarla. Depende de sí mismo y cuenta con la ventaja añadida de jugar el segundo partido en San Mamés. Dispone de un equipo manifiestamente superior a su rival y el efecto sorpresa ya no existe por razones obvias y porque Bielsa ya ha demostrado ante el Oviedo y el Albacete que él no se deja sorprender ni permite la relajación a sus jugadores. Normalmente es injusto hablar de fracaso cuando nos referimos a un equipo tan peculiar como el Athletic, pero en este caso, no superar la eliminatoria constituiría un fiasco de dimensiones siderales.
No se trata de exhibir absurdos sentimientos de superioridad, ni de minimizar los méritos del rival, que los tiene, pero si a Urrutia le dicen en septiembre que elija el itinerario de Copa para su equipo, no le hubiera salido mejor. Los rojiblancos lo tienen todo a favor. Ni el Mirandés ni nadie les puede ganar a correr, a entusiasmo, ni a ganas de ganar. Y si hablamos de usos y costumbres, la del Athletic de jugar finales se remonta a 1902. De algo le tendrá que servir.
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2 comentarios:

Gontzal dijo...

Estoy de acuerdo, este equipo debe ser consciente de la oportunidad que tiene y de la trascendencia de la eliminación, por aquello de tirar por la borda la posibildad de jugar la final y estar en Europa el 6 de febrero, dos premios en uno.

Con todo, creo que sufriremos hoy, aunque espero que tengas razón en lo que comentamos el sábado. Firmo el 0-1

Juan Carlos Latxaga dijo...

Yo soy optimista. Este equipo ha demostrado que sabe competir y que se toma en serio todos los partidos.