lunes, 31 de octubre de 2011

Un punto cogido con pinzas

Lo mejor de partido de Gijón fue, sin duda, el punto sumado en unas condiciones realmente precarias. El Athletic, que saltó al campo cogido con alfileres, acabó pendiente de un hilo, con Ibai Gómez y Toquero de delanteros, Iturraspe de central y varios jugadores tullidos y magullados. Sumar un punto en campo contrario en estas condiciones tiene mucho mérito y define a un equipo altamente competitivo. Queda la pena de que en condiciones medianamente normales, este Athletic tiene todas las trazas de haber podido ganar con autoridad a un Sporting que es poquita cosa y lo sabe. Por eso Preciado planteó el partido desde la inferioridad, a la espera de un rival a quien concedía la condición de grande.
Cinco partidos en trece días, con horarios disparatados además, han acabado por hacer mella en un Athletic al que le falta la frescura que tenía antes de empezar esta durísima serie. Y si falta frescura en las piernas, se nublan las ideas y lo que parecía fácil se torna complicado. Con Muniain, Herrera, De Marcos, Susaeta e Iturraspe en la zona de creación, se suponía que el Athletic debía disponer de balón y vías para alimentar a un Llorente que brilló tres días antes. Pero no fue así. Muniain es de lo que más está acusando la acumulación y en El Molinón tuvo que ser sustituido después de deambular por el campo mientras estuvo. Herrera tampoco fue el detonador de la noche del Atlético de Madrid. Lo intentó, sobre todo en la primera parte, pero una cosa es querer y otra, poder. De Marcos, corrió y corrió, estuvo en todas partes pero no consiguió concretar nada, mientras que Susaeta, gol al margen, volvió a su papel de Penélope, venga a tejer jugadas para destejerlas enteras en el último momento. De Iturraspe ya queda dicho que acabó de central, en ausencia de Ekiza, después de empezar como medio centro, en el puesto de Javi Martínez, tarea que ya inició la noche contra los colchoneros. Habrá que seguir muy atentamente el desarrollo de este jugador que, por cierto, acaba de renovar su contrato. Si confirma todo lo que promete puede ser una pieza clave en el Athletic de los próximos diez años. Pero ya sabemos que el infierno está empedrado de buenas intenciones y que la lista de las promesas futbolísticas que acabaron en el limbo se podría comparar con el listín telefónico de una capital de mediano tamaño.
El Athletic ya suma ocho partidos sin perder, seis de ellos en Liga, y su trabajo le ha costado, como salta a la vista. No obstante, los nuevos tiempos están permitiendo al equipo aguantar el desgaste con bastantes garantías. Quizá no le llegue para ganar, pero le queda suficiente para no perder, que no es poco. Es más, tanto en Valencia como en Gijón los rojiblancos consiguieron adelantarse en el marcador y solo se vieron igualados en dos jugadas de mala suerte si bien es justo reconocer que en ambos casos los rivales habían hecho méritos suficientes para al menos empatar. Los nuevos tiempos han traído un equipo que se defiende con el balón y que mantiene el orden salvo cuando se produce algún fallo puntual de índole individual. Han traído también una plantilla amoldable a las más diversas circunstancias. Ya queda explicado el papel que jugó Iturraspe por los problemas en el centro de la zaga, a lo que habrá que añadir el ya conocido trabajo de De Marcos en hasta tres posiciones distintas en varios partidos, sin olvidar la aportación central que viene realizando esta año un jugador tan disperso en temporadas anteriores como Susaeta.
Convendría, llegados a este punto, hacer una reflexión de carácter general sobre lo que le están haciendo al fútbol los dirigentes de la LFP encabezados por un Astiazaran quien entre sus méritos más señalados para alcanzar tan alto rango, cuenta con haber arruinado a un club de la solidez de la Real Sociedad colocándola además en la rampa de descenso hacia la Segunda División. Un dirigente que dice que jugar un partido de Segunda a las seis de la tarde de un día laborable debe entenderse como un 'horario UEFA' y que no duda en pedir sacrificios ¡a los aficionados! o sea a los clientes de este negocio que él, en compañía de otros, está conduciendo al desastre con inaudita diligencia.
Sesenta horas (una más con el cambio horario) mediaron entre el final del partido contra el Atlético de Madrid y el comienzo del de Gijón. Los jugadores del Athletic saltaron a San Mamés después de cenar, y al Molinón después de desayunar. Estaría bien que algún especialista en preparación física y recuperación explicara con detalle las consecuencias de este sindiós. Y que el Athletic las hiciera llegar donde corresponda, claro, y cuando hablo del Athletic me refiero también a sus jugadores, afiliados a un sindicato que dice velar por sus intereses pero al que, al parecer, la salud de sus afiliados el importa un pito. De momento, en la enfermería rojiblanca hay diez lesionados, por diversas causas, sí, pero, entre otras, por el calendario. Y no vale con argumentar que cuando se firma un contrato, en este caso, con televisión, hay que atenerse a las consecuencias. El sentido común también tiene que tener un sitio en un mundo que, como el fútbol, parece vivir en la psicodelia de los años sesenta.
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viernes, 28 de octubre de 2011

El equipo adolescente ya es un buen mozo

Si el partido de Valencia era 'referencial' por aquello de visitar en su feudo a uno de los poderosos, el compromiso ante el Atlético de Madrid en San Mamés era la otra cara de la misma moneda; ahora tocaba encarar a otro de los llamados a estar arriba, en campo propio. La cuestión no es baladí, puesto que por lo visto hasta ahora, el Athletic de Bielsa se ha venido manejando bastante mejor como visitante que como anfitrión. Lejos de San Mamés, el equipo dispone de los espacios que los rivales le cierran en su feudo, y tipos como Muniain pueden jugar a placer explotando los huecos que dejan los anfitriones. La presión de la grada era otra de las cuestiones pendientes de este equipo. Las dudas, interesadas o no, sembradas en los dubitativos compases iniciales de la temporada, cuando los resultados no acompañaban y Bielsa seguía con sus probaturas, creaban una atmósfera muy poco apacible para el equipo ante su propio público. Pues bien, puede decirse después de estos dos últimos partidos, que las dudas llevan camino de desaparecer para tornarse en certezas ante la sugerente propuesta de fútbol de Marcelo Bielsa. Si ante Osasuna el público de San Mamés disfrutó como hacía tiempo que no lo hacía, anoche ante el Atlético de Madrid la cosa alcanzó cotas de tiempos pretéritos. Arreciando un diluvio que por momentos entorpecía la visión, con el equipo embalado atropellando al rival y goleando, y el clamor instalado en el graderío, la estampa recordó tiempos del blanco y negro, cuando los leones imponían su ley ante cualquier rival que les visitara. Se podrá decir que este Atlético de Madrid no es tan fiero como lo pintaban y que el 'tigre' Falcao, apenas araña (que se lo digan a Ekiza). Siempre habrá quien se empeñe en quitar mérito al Athletic. Allá él. Quien se quiera autoengañar es muy libre de hacerlo. Lo que salta a la vista es que este equipo está creciendo a ojos vista y que, lo que es mejor, todavía no se adivina la talla definitiva que alcanzará con el paso del tiempo. De momento, aquel equipo adolescente del que hablábamos hace apenas un mes, ya empieza a ser un buen mozo que apunta a convertirse en un adulto hecho y derecho.
La mala suerte que se cebó con el Athletic en los últimos instantes del partido de Valencia, se tornó en esta ocasión en fortuna en forma de rebote que convirtió en gol un remate con la puntera de Llorente que, viéndolo repetido, tiene toda la pinta de que hubiera acabado de mala manera. La jugada comenzó además con una pérdida absurda de balón de la defensa colchonera cerca de su banderín de córner (en todas las defensas cuecen habas), que el activísimo Susaeta aprovechó para devolver el cuero al corazón de área.
Fue el gol que desatascó un partido hasta entonces complicado y disputado. Gregorio Manzano planteó un encuentro áspero, donde su equipo se aplicó, sobre todo, a impedir la maniobra de un Athletic bastante espesito durante toda la primera parte. Muniain no tuvo su día, y el equipo acusa su falta de inspiración en la creación. El trabajo destajista de De Marcos no cundía como se merecía, y el bullicioso Susaeta no era suficiente para desequilibrar un sistema defensivo basado en la acumulación en poco espacio de un personal mal encarado que no dudaba en emplear codos y tacos aprovechando la presencia de un equipo arbitral que daría risa si no hiciera llorar por su ineptitud. La prematura lesión de Amorebieta sembró una inquietud que San José se encargó pronto de disipar, al tiempo que Ekiza hacía un llamamiento a la calma general anulando a un Falcao que le hizo falta en cada disputa de balón, aunque el árbitro solo le señalara una y ella bien avanzado el partido.
El amago de lesión de Llorente sí que puso los pelos de punta al personal, bastante más que la lesión de verdad de Javi Martínez y la retirada urgente de Muniain.
Lo trabado del partido y los cambios obligados por las lesiones, no hacían prever nada bueno, por mucho que el Athletic tuviera el balón y el dominio territorial. Y mira por dónde, los suplentes llegaron con la solución. Se retrasó Iturraspe para ocupar el sitio de Javi Martínez en el medio centro y el otras veces frío y hasta timorato centrocampista, se transfiguró en una fiera que sostuvo al equipo a base de robar y elegir siempre la mejor salida. Herrera entró lleno de fútbol y aportó la movilidad y la visión que esta vez no había tenido Muniain en la línea de tres cuartos, para desestabilizar, ahora sí, a una defensa rival que veía que los problemas le crecían cada minuto que pasaba. Si añadimos que Toquero volvió a hacer gala de su excelente centro en carrera, tenemos el resultado final, abultado quizá, pero en ningún caso injusto.
Sin agobios clasificatorios, encadenando una serie de siete partidos sin conocer la derrota, sumando once puntos de los últimos quince disputados en la Liga pero, sobre todo, dando en cada partido la sensación de que la semana o los días precedentes en Lezama han servido para aprender, para mejorar, para profundizar en lo que se quiere hacer, el Athletic empieza a adquirir hechuras de equipo fiable, de conjunto que pese a lo que a veces cede y concede a sus espaldas, tiene muy claro que lo suyo es ir de frente ante cualquier rival. Y, lo que es más importante, este equipo tiene cosas que ofrecer al público, juegue lejos de casa o juegue en San Mamés. Los dos últimos partidos en la Catedral se han saldado con seis goles que sitúan al Athletic como el cuarto mejor realizador de la categoría. Los datos también empiezan a avalar el trabajo bien hecho. La mejor señal de que las cosas marchan es que todo el mundo está deseando que llegue el siguiente partido. Será en Gijón, inmejorable plaza para el Athletic, el domingo por la mañana.
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lunes, 24 de octubre de 2011

Buenas noticias, malas noticias

Marcelo Bielsa describió el partido de Valencia como 'referencial'. En efecto, era la primera salida de la temporada al campo de un rival poderoso, eterna alternativa al Madrid y al Barcelona, frustrada cada año en un magma de constructores devenidos en presidentes, directivos aventureros, accionistas especuladores y una afición a la que le gustaría que su equipo fuera el Madrid para ganar al Barcelona. Cosas que ocurren en el Levante español.
La salida a Valencia constituía un examen a la filosofía bielsista y servía para calibrar su nivel de arraigo en las mentes de los futbolistas del Athletic. Se trataba, en suma, de comprobar, cómo se comportarían los rojiblancos en el campo de un rival de verdadera entidad. Se dirá que ya demostraron su talante en el campo del Málaga, pero no es lo mismo un nuevo rico sin más pedigri que el que le dan los petrodólares de un jeque, que se irán cómo y por donde han venido, y la prosapia de un clásico como el Valencia.
Llegado el momento de valorar la experiencia 'referencial' uno se queda con aquel viejo chiste que empieza por tengo dos cosas que contarte, una buena y una mala. En este caso, lo podríamos sustituir por tengo varias cosas que contarte, unas buenas y otras malas, que viene a ser lo mismo.
Empecemos por las buenas. A excepción de unos primeros cinco minutos escalofriantes, el Athletic demostró durante toda la primera parte que la idea de Bielsa está muy asentada en la plantilla. El equipo tocó el balón, se manejó con prestancia en el centro del campo y miró con fijeza a la portería contraria hasta el punto de marcar un gol, mal anulado por el árbitro a instancias del auxiliar, y estrellar un balón en el poste en cabezazo de Llorente. Los rojiblancos fueron netamente superiores al Valencia, suyos fueron el balón y las ocasiones y ellos pusieron el fútbol mientras la grada abroncaba a los locales. El Athletic pasaba con nota el examen que se había autoimpuesto su técnico. En efecto, este equipo sale a ganar a cualquier campo y asume idéntico protagonismo en San Mamés o de viaje.
Ahora tocan las malas noticias. El equipo de Bielsa perdió el balón y el sitio tras el descanso. Regresó al campo con la misma indolencia con la que había empezado el partido, pero a diferencia de la primera parte, en la que se rehizo pronto y encontró su sitio y su fútbol, en la continuación quedó a merced de un Valencia que echó el resto, aceleró el ritmo, puso más fe en sus acciones y acabó devolviendo al Athletic el aspecto que tenía en temporadas anteriores, o sea, el de un equipo que no tiene más remedio que defenderse con uñas y dientes porque regala constantemente el balón y los espacios al contrario. Desde luego, el Athletic de la segunda parte no fue el equipo que promete Bielsa, ni mucho menos.
Habría que calibrar hasta que punto influyó en aquel desastre lo accidentado del partido. El mister arriesgó mucho con un doble cambio en el descanso: Toquero por el tocado Llorente y Gurpegui por Iraola. Ya es la segunda vez que Bielsa retira a Iraola a medio partido, tal vez porque considere que esa es la dosis de minutos más adecuada a suministrar a un futbolista que lleva años jugando todos los partidos. El Athletic perdió prestancia y pausa arriba, porque lo que ofrece Toquero es algo muy distinto a lo que aporta Llorente, y creo que eso tuvo algo que ver con el desmoronamiento general. La lesión de Gurpegui obligó además a un cambio de urgencia, dando entrada a Herrera para llevar a De Marcos al lateral, y el equipo pareció acusar tanto movimiento. Un último factor se vino a sumar a los ya comentados. El cansancio, o la falta de chispa, de un equipo que había jugado el jueves un partido muy exigente. También el Valencia había jugado el miércoles, pero Emery, a diferencia de Bielsa, introdujo cambios en una alineación que, además, tiene una prestancia física superior a la del Athletic en el conjunto de sus jugadores. Es curioso que fuera en esta fase del partido cuando el Athletic lograra su gol, pero la jugada fue una genialidad aislada de Muniain; nada que ver con la hilazón del juego, que dominaba cada vez con más claridad el Valencia.
Y luego está Iraizoz, a quien nunca le estarán suficientemente agradecidos los responsables de esos programas resumen de fin de año que eligen las cosas más disparatadas que han ocurrido en los últimos doce meses. El portero del Athletic parece empeñado en convertirse en una figura de Youtube con sus acciones absurdas. La de ayer en el último suspiro del primer tiempo supera a la de Anoeta. Por no hablar del gol, bien trabajado por Soldado, pero muy difícil de entender sin la colaboración del portero.
Unas veces por Iraizoz y otras por la empanada que asola a todo el equipo en determinadas fases de los partidos, el caso es que la afición del Athletic no gana para sobresaltos, y el buen trabajo general de los mismos protagonistas queda, lamentablemente, en un segundo plano en la memoria colectiva. En Valencia, por ejemplo, las gentes rojiblancas alcanzaron el descanso con una sonrisa de satisfacción en sus rostros por el juego desplegado por su equipo, y acabaron torciendo el morro cuando el árbitro pitó el final del partido certificando que el Athletic había conseguido un empate de mucho mérito en un campo siempre complicado.
Buenas noticias, malas noticias. Difícil elegir con cuáles nos quedamos o cuáles describen mejor la realidad de este equipo. El jueves llega otro partido 'referencial', esta vez en San Mamés, ante el siempre imprevisible Atlético de Madrid. Veremos que nuevas noticias nos ofrecen Bielsa y los suyos.

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viernes, 21 de octubre de 2011

Se atascan los cerrojos

Ahora se entiende mejor a Bielsa cuando dice que prefiere enfrentarse a equipos que le ataquen. A su fútbol, o al menos a la interpretación que de él hace el Athletic, se le atragantan los equipos que ponen toda la atención en defender. El Salzburgo fue la versión austriaca del mejor catenaccio italiano. Cuando no tenía el balón formaba una línea de seis defensas, con marcas individuales, y dos mediocampistas atentos a tapar huecos e impedir un primer pase de los rojiblancos en condiciones. El Athletic se estrelló una y otra vez ante semejante muralla. Lo intentó por dentro, se oían voces en la grada pidiendo que lo intentara por las bandas, pero ni por dentro, ni por fuera. Allá donde se orientara la jugada había una pared insalvable.
Para resolver problemas como el planteado por el Salzburgo hace falta un punto más de velocidad en la ejecución y toneladas de paciencia para escudriñar el hueco por donde se pueden colar al mismo tiempo balón y delantero. Además, es necesaria una precisión quirúrgica en los pases, sobre todo en el último, para que el cuero supere el bosque de cuerpos y piernas. El Athletic no tuvo ni velocidad de ejecución, ni precisión en el pase y la recepción. En cuanto a la paciencia, no sé, yo la denominaría empanada, que no es lo mismo.
Ocurrió el día del PSG y se repitió ante los austriacos. San Mamés no vivió una de esas mágicas noches europeas donde el ambiente se palpa desde horas antes en la ciudad. El partido se disputó en un ambiente gélido. Se han vivido en la catedral minutos de silencio más ruidosos que los dos o tres primeros minutos del partido de ayer. Acabada la parafernalia habitual de la Europa Leage, pitó el árbitro el comienzo del partido en medio del más respetuoso de los silencios. El público se lo tomó como si estuviera en la ópera, y el efecto sobre el césped fue demoledor, tal vez porque los jugadores salieron pensando que el Salzburgo sería algo así como un coro de tiples.
Habrá que analizar con seriedad qué pasa para que en un partido de competición europea, y ya van dos este año, se registre poco más de media entrada y la afición vaya al campo con un espíritu funcionarial que tira de espaldas, algo así como si hay que venir se viene, pero sin exagerar. La crisis puede tener bastante que ver con la escasa respuesta en la taquilla; lo que no se entiende muy bien es la actitud de los que sí fueron al campo.
Público y equipo no reaccionaron hasta que el Salzburgo ya llevaba dos goles de ventaja. La primera media hora fue un continuo deambular con el balón por parte de los rojiblancos en las zonas templadas del terreno, allí donde no pasa nada. Nadie sabe por qué extraña razón se minimizó a un rival al que nadie conocía. Los dos últimos triunfos del Athletic y el escaso renombre del conjunto austriaco pintaron un partido de esos que se ganan sin bajarse del autobús. Craso error que esperemos que sirva de lección para el futuro.
La verdad es que al margen de una buena organización defensiva y de dos puntas rápidos para explotar los habituales espacios que dejan a su espalda los rojiblancos, el Salzburgo tampoco pareció la octava maravilla futbolística. Defendió recurriendo a la acumulación de personal tres metros por delante de su área, el gran Maguregi hubiera dicho lo del autobús aparcado en la portería, y eso le bastó para anular a un Athletic desesperantemente fallón y corto de miras. Recurrir a que los medios puntas bajen a recibir el primer pase de espaldas a la portería rival, para devolver inmediatamente la pelota al defensa ante la imposibilidad de girarse para encontrar un compañero desmarcado, no conduce a nada ante una defensa que no cae en la trampa de perseguir al jugador en su movimiento y que se limita a esperar manteniendo el orden. Susaeta intentó la jugada no menos de cincuenta veces, siempre con el mismo resultado: cero. Iraola no encontró nunca un pasillo en su banda y cuando lo atisbó falló en el centro o en la recepción. Por el otro lado, a Aurtenetxe le ocurría algo parecido y por dentro ya queda dicho que Susaeta no tuvo su día. De Marcos quiso ser más vertical pero tampoco le acompañó el acierto, mientras que Muniain comprobó que los austriacos le conocen muy bien y saben que es el hombre a anular. Javi Martínez fue otro de los que se perdió en la espesura, en un partido torcido para sus características. Queda Iturraspe, pero este chico sigue siendo un futbolista gallego en el sentido peyorativo, que diría la ínclita Rosa Díez, experta interprete de comunicados. Los técnicos hablan maravillas y Bielsa demuestra que confía en su fútbol cuando le da la manija, pero el chaval sigue sin completar un partido redondo que confirme tan altas expectativas.
Si hay que quedarse con aspectos positivos en una noche que amenazó con siniestro total, hay que volver a mirar al banquillo, desde donde se tomaron de nuevo decisiones en forma de cambios, que podrán ser discutibles, pero que demuestran que hay ideas, nervio y capacidad de decisión. Otra cosa será analizar si sacar a un témpano como Gabilondo para calentar una noche tan gélida en lo futbolístico, sea la mejor de las ideas, o si para que entrara Herrera debía salir Iraola, pero ambos cambios alteraron la fisonomía del equipo, que era de lo que se trataba ante un partido atascado en el que el rival había tomado la medida a la propuesta inicial del Athletic.
También hay que destacar como positivo el propio resultado, al margen de cómo se produjo y lo que cada cual piense de los penaltis. El empate fue el mal menor y hasta se pudo intentar ganar en el último cuarto de hora. Dice mucho en favor de un equipo que había jugado el lunes y que se encontró con dos goles en contra que le sentaron como dos coces en la entrepierna.
Y por último, last but not least, un dato que aportó en su twitter Iñaki Zanguitu, uno de los tipos que conozco que más saben del Athletic. Los rojiblancos empezaron el partido de ayer con un equipo íntegramente formado en Lezama salvo dos jugadores, Javi Martínez y Oscar De Marcos, fichados a edades tempranas. Eso sí que fue lo mejor de una noche en la que pareció que todos teníamos la cabeza en otro sitio.

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miércoles, 19 de octubre de 2011

El día del club, una institución trasnochada

La Junta Directiva del Athletic Club, en reunión celebrada el lunes 17 de octubre, ha decidido declarar como Medio Día del Club el partido frente al FC Barcelona, correspondiente a la decimosegunda jornada de Liga y a disputarse el domingo día 6 de noviembre, en horario por confirmar. 
Ya tenemos el primer Medio Día del Club de la temporada. El segundo será cuando venga el Real Madrid. Ninguna sorpresa por ese lado. Estas cosas me retrotraen a mi cada vez más lejana infancia, a un campo de Regional, que no era mucho más que un barrizal rodeado por una valla de hormigón y limitado por dos porterías de madera. Tardes oscuras de lluvia y frío en las que pasaba orgulloso por la barrera de madera que hacía de puerta enseñando al señor que cortaba los billetes una cartulina con el escudo del equipo y mi nombre mecanografiado junto a un número y la leyenda: socio infantil. Pasaba así a todos los partidos menos a uno, en el que tenía que esperar a que mi padre hiciera cola en la taquilla para comprar las entradas, una excepción que me explicaba cada año. Es que hoy es el día de ayuda al club y tenemos que pagar todos para que tenga algo más de dinero.
El Día del Club tenía una justificación en aquellos lejanos tiempos en los que las cuotas de los socios y la recaudación en taquillas eran los únicos ingresos que tenían los clubes de fútbol. Es una institución contemporánea a la rifa del jamón en el descanso. Obsérvese que se escribe del jamón y no de un jamón, porque está muy extendida la sospecha de que se trata siempre del mismo jamón, que nunca toda a nadie y si le toca no se lo lleva a casa, en parte porque las momias no forman parte de nuestra cultura gastronómica y en parte por solidaridad con el Club a quien tanto le dolería desprenderse de algo al que le ha cogido cariño con el paso de los años. Después vinieron también las participaciones en la Lotería de Navidad y la rifa de la cesta, versión más sofisticada de la del jamón. Tiempos heróicos, de economía de guerra y medias remendadas una y otra vez; de jerseys de portero tejidos a mano y contratos de diez meses, los que dura la temporada, que es cuando hay partidos y por lo tanto, taquillas. Muchos directivos del fútbol de Regional, esos a los que de verdad el fútbol les cuesta tiempo y dinero, podrían contar muchas cosas al respecto ahora mismo.
El Día de Ayuda al Club, que ese era el nombre original, devino en el resumido Día del Club. Con el paso de los años, la visón de marketing de un presidente desdobló el Día del Club en dos Medios Días del Club. "En lugar de pagar una entrada completa hemos pensado que sería más amable para ustedes pagar la mitad en dos veces", les explicó a los compromisarios en una Asamblea. Lo que no les explicó es que así el club podía incrementar el precio de las entradas para el público en general dos veces en lugar de una, y si se lo explicó, no lo recuerdo.
La prerrogativa que tiene la Junta Directiva de declarar un Día del Club o dos Medios Días, viene reflejada en los Estatutos. Se me ocurre que ahora que va a haber un nuevo intento de modernizarlos, se podría proponer la supresión de una institución trasnochada, poco acorde con los tiempos que vivimos. No es cosa de renunciar a unos ingresos con los que ya cuenta el club; se trata de mantener esos ingresos por otra vía, por ejemplo, por la del incremento del precio del carnet de socio en una cantidad similar, o ligeramente inferior al importe de los dos Medios Días del Club, con posibilidad de devolución en caso de renuncia del socio a acudir a esos partidos. Es decir, cobrar por adelantado y dejar abierta la posibilidad de reintegro, en lugar de esperar a que el socio se anime a comprar la entrada correspondiente en vísperas de los partidos señalados, ejercicio no siempre sencillo. Por ejemplo, en el caso que nos ocupa, todavía no se sabe a qué hora se jugará el partido.
Para compensar, se podría incrementar, digamos que con más alegría, el importe del precio de las entradas de venta al público, teniendo en cuenta que ese día serán muchos los no habituales interesados en acudir a San Mamés, procedentes de territorios limítrofes donde abundan los seguidores de los equipos de referencia. Seguramente desde la administración del club se alegarán poderosas razones de intendencia para demostrar la inviabilidad de la propuesta.
Pero el hecho cierto es que el Día del Club es un incordio para el socio y una rémora para el equipo. Para empezar, el socio se ve obligado a comprar la entrada bien acudiendo a la taquilla en un calendario determinado, o a algún cajero automático que no es accesible para todos. Recuérdese además que se trata de los partidos ante los rivales más interesantes, por lo que el socio que paga su cuota para ver al Rayo, el Levante, o al Granada, tiene que aflojar el bolsillo cuando vienen el Real Madrid y el Barcelona.
La consecuencia directa, salvo temporadas excepcionales, suele ser una renuncia que oscila entre el treinta y el cuarenta por cien de la masa social, con lo que los habituales de la grada no están en los partidos cruciales. A nadie se le escapa que el aspecto de los graderíos de San Mamés suele ser muy distinto en esos partidos. Por la ausencia de unos y la presencia masiva de seguidores del equipo rival que ese día acuden al campo a animar a los suyos. Ver a medio San Mamés celebrar un gol del Madrid o del Barcelona resulta demoledor para el espíritu rojiblanco, y no sé si la recompensa económica equilibra el patético espectáculo. Si es así no hay más que hablar. Si pensamos que es en los partidos grandes cuando San Mamés tiene que ser más grande, creo que merecería darle una vuelta al asunto.


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martes, 18 de octubre de 2011

Esto empieza a funcionar

El Athletic de Bielsa ya tiene hasta el puntito de fortuna que le ha venido faltando en los primeros compases de la temporada y que tan necesario resulta en un fútbol tan igualado. Aquellos remates fallidos, los porteros prodigiosos siempre en el equipo contrario, la falta de puntería, el error en el último pase, empiezan a quedar en el olvido, aunque ante Osasuna también hubo algo de ello, por ejemplo en un par de penetraciones hasta el área pequeña en los primeros minutos de partido, que no encontraron rematador porque alguien tomó la decisión equivocada en el último instante. Sin embargo, la suerte cambió, el portero prodigioso esta vez se alineaba con el Athletic y donde antes se fallaba, ahora el balón entraba en la portería contraria con una facilidad, y frecuencia, asombrosas.
Uno ya no recuerda la última vez que el Athletic se fue al descanso con el partido liquidado con una ventaja de tres goles. Todo fue felicidad y sonrisas en la media parte después de que la grada despidiera al equipo con una de esas ovaciones de las grandes ocasiones. Sin embargo, convendría recordar que el primer tiempo no fue para un 3-0, ni mucho menos. Mendilibar lo analizó con acierto en la sala de prensa. El partido estuvo para el equipo que metiera el primer gol, y los rojillos estuvieron más cerca de conseguirlo que el Athletic al menos durante la primera media hora. Osasuna sabía cómo podía anular el juego rojiblanco. Se trataba de rodear a Muniain para que se perdiera en la espesura y de presionar a los creadores del Athletic para que fuera Amorebieta, o en su defecto, Iraizoz, el encargado de darle salida al balón. Es verdad que Amorebieta, 'orgullo de Venezuela y Euskadi' según rezaba una pancarta portada por algunos venezolanos en el gol sur, está en un plan Beckenbauer que hay que verlo para creerlo, pero seguro que Bielsa prefiere otras opciones a la hora de sacar el balón jugado. Así y todo, el central rojiblanco está tan sobrado que conectó muy bien en varias ocasiones con un Llorente que fue muy superior a sus marcadores, por lo que el Athletic también pudo probar por ese camino, que sigue siendo una buena alternativa cuando fallan otras vías.
Osasuna vino a por el partido y apoyado en un Lamah rapidísimo que trajo por la calle de la amargura a Iraola y en Nino, uno de esos delanteros en miniatura que basan su juego en la aparición por sorpresa, el equipo navarro estuvo en un tris de adelantarse en el marcador con lo que ello hubiera significado para la historia dle partido. Afortunadamente, Iraizoz tuvo una gran noche hasta convertirse en el mejor del equipo en el primer tiempo. El mejor, y el más decisivo, puesto que evitó al menos tres goles cantados.
Hizo mucho daño Osasuna ganando la espalda de Iraola y en el balón parado. Sus saques de esquina y faltas llevaron muchísimo peligro al área rojiblanca, demasiado como para que el Athletic no estudie ese asunto con detenimiento. Una cosa es asumir algunos riesgos, propios del juego y otra sufrir tanto en jugadas previsibles y repetitivas.
Afortunadamente para el Athletic el rival se llamaba Osasuna y a este equipo le suelen pasar cosas rarísimas cuando juega en San Mamés. El año pasado, sin ir más lejos, perdió en el último minuto por un corner rematado de cabeza por Gurpegui; hace algunas temporadas el Athletic de Valverde le remontó tres goles en la segunda parte; en los tiempos de gloria de los Iriguibel, Martín, Mina, Robinson o Rípodas, los navarros rara vez se iban de la catedral con menos de cuatro goles en el saco...será cosa del miedo escénico, pero los navarros se lo tendrían que hacer mirar.
Anoche sucedió algo parecido. De pronto, el Athletic que tantas dificultades ha estado teniendo para plasmar su superioridad en el marcador, se hinchó a meter goles. Primero Munian, otra vez hecho un pillo en el área, luego Gabilondo cazando un rebote, pero el que dio la medida de lo que estaba pasando fue el gol de Javi Martínez. Pocas veces se verá algo tan fácil como ese gol fuera de los entrenamientos. Galopó Iraola por su banda con el balón controlado y sin oposición, telegrafió el centro a un Javi Martínez que lo estaba pidiendo a voces, el balón llegó al área trazando una parábola perfecta y Javi se elevó sin que nadie le molestara para conectar un cabezazo de libro. Quitas a los jugadores de Osasuna y pones unos conos y tienes un ejercicio de entrenamiento de los que se ven en Lezama todos los días.
Lo cierto es que el cuarto de hora previo al descanso fue una especie de festival en el que el Athletic fue creciendo en su juego mientras Osasuna encogía de manera incomprensible después de lo visto hasta entonces. Fueron los minutos en los que Munian encontró claros en la espesura, cuando Iturraspe adivinaba los pases y los espacios entre resbalón y resbalón (¿qué le pasaba a este chico con los tacos?), Llorente dominaba por tierra y aire, y Javi Martínez ejercía de mariscal. Fue una gozada que justificó por si sola la presencia en San Mamés un lunes por la noche y que debe servir para zanjar el debate sobre el estilo, el sistema, el dibujo, el esquema y hasta el misterio de la Santísima Trinidad.
El Athletic de Bielsa tiene alternativas y diferentes soluciones para distintos problemas. Tras el descanso, el técnico hizo una demostración práctica sacando a Aurtenetxe en el lateral para llevar a De Marcos al puesto de Gabilondo. Si el gol de Javi Martínez fue un ejercicio de entrenamiento, todo el segundo tiempo consistió en un entrenamiento serio en el que el Athletic probó alernativas para esconder el balón, para atacar, para ocupar los espacios...Hasta el gol de Osasuna en el último instante fue de esos que se ven en los entrenamientos cuando los jugadores empiezan a hacer tonterías o a retarse con caños y regates de broma. Fueron cuarenta y cinco minutos que concedió un resignado Osasuna que vinieron a sustituir el partido amistoso que Bielsa había pedido para aprovechar el parón liguero. Autoexpulsado Lamah, harto de correr para nada, Mendilibar firmó la capitulación sustituyendo a Nino. Si se hubieran ido todos, hubiéramos ganado horas de sueño.

HA MUERTO TXETXU LANZA
Me acabo de enterar y aunque sabía de su mala salud en el último año, la noticia me ha dejado petrificado. Ha muerto Txetxu Lanza. A la mayoría no le dirá nada este nombre en relación con el Athletic. El equipo llevó luto por él ante Osasuna. Txetxu Lanza era el jefe de taquillas del club, un cargo delicado en el que la discreción tiene que ser a prueba de bomba. Txetxu manejaba material sensible. En algunos momentos de la temporada las entradas para San Mamés son delicadas como la nitroglicerina. Llevar la responsabilidad de las taquillas conlleva la obligación de saber 'torear' con muchos detentadores de la pureza del rojiblanquismo, con socios que ejercen de dueños del club, con presuntos acreedores de favores (electorales o no), con compromisos ajenos, con aficionados exigentes o maleducados, o sencillamente con aprovechados. Todo eso sin contar con esas vísperas de las grandes ocasiones en las que las taquillas de San Mamés se ven rodeadas por una muchedumbre de hinchas capaces de pasarse la noche entera en vela y a la intemperie, haciendo cola para comprar una entrada. Esas veces volvía a Ibaigane desde las taquillas como si regresara de la guerra, pero con la satisfacción de haber colgado el cartel de 'no hay billetes' que aseguraba el éxito económico del partido. El otro, el deportivo, lo presenciaba de pie, desde el corner donde se ubican las taquillas, atento a cualquier incidencia que pudiera producirse con un carnet perdido, o con un billete que no accionaba algún torno.
Txetxu tenía en la cabeza cada asiento de San Mamés y los años, toda su vida, su todavía joven vida, en el club, le habían permitido desarrollar un instinto que le decía cuándo se iba a llenar el campo y cuándo no. Tenía sus propios termómetros para tomar la temperatura a las taquillas y casi nunca fallaba en el pronóstico.
Fue uno de esos empleados ejemplares y fieles que también hacen grande a este club. Se le echará de menos.


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martes, 11 de octubre de 2011

Reflexiones después de la Asamblea


Caló el chapeo, requirió la espada,
miró al soslayo, fuese y no hubo nada.
Miguel de Cervantes

Tal y como se preveía en la anterior entrada y en contra de algunos apocalípticos y aficionados a la gresca tertuliana, la Asamblea de Socios Compromisarios del Athletic transcurrió por cauces entre versallescos y florentinos, o sea, con los contendientes mostrando una espléndida sonrisa agitando el pañuelo de seda, pero con el puñal escondido en la bocamanga, por si acaso. Algún brillo de su filo destelló en ciertos pasajes de la intervención de Juan Antonio Zarate, o en alguna mirada que le dedicó su sucesor Alberto Uribe-Echevarria, pero fue solo eso, un aviso de contención, un no te pases que te espero. Afortunadamente para el Athletic se impuso Versalles, o sea, el pasemisí y el rigodón. Se puede gestionar bien y tener un déficit de diez millones. Les deseo todos los éxitos en el desempeño de su labor porque serán los éxitos de todos. Cosas así, y otras de parecido tenor, se pudieron escuchar en los momentos más duros del combate dialéctico. Eso sí, ninguna de las partes se apartó un milímetro de sus posiciones, llevando el debate a un callejón sin salida. Los protagonistas dejaron que los compromisarios fueran los árbitros de aquel empate infinito - son socios, no son socios - y los compromisarios decidieron por aplastante mayoría que la razón estaba en el lado de los que acaban de llegar y no en la de quienes estuvieron cuatro años.
Fue el secretario de la actual Junta, Javier Aldazabal, quien apeló en varias ocasiones al sentido común como razón inapelable de su argumentación, después de agotar otras vías dialécticas. Y creo que fue esa apelación al sentido común la que acabó calando definitivamente en el ánimo de los asistentes. Los ejemplos del león del antepalco (si no tiene ni colmillos ni trompa no puede ser un elefante) y el de la chuleta (¿quién la paga, el que se la come o el que viene por detrás?) fueron comprensibles incluso para el más obtuso de los compromisarios. Un vistazo rápido a las televisiones, sin embargo, puso de manifiesto que hay gente incluso más obtusa que un compromisario adscrito a un bando; hay tertulianos capaces de sostener la existencia de la figura del socio de pleno derecho que no disfruta de todos los derechos. Un espectacular hallazgo jurídico que Aldazabal debería contemplar con detenimiento cuando se ponga con los nuevos estatutos.
Es muy difícil sostener, fuera de determinadas tertulias, este asunto de los Socios Barria del que ha hecho bandera la anterior Junta. Y eso lo acabó de ver la Asamblea con claridad meridiana, como se demostró en las urnas. Tampoco puede tener mucha discusión el tema de los dos millones de la prima por el contrato de televisión, condicionada como está al logro de éxitos deportivos que están por venir. Lo del millón de la Fundación, pertenece a otro ámbito, quizá más cercano a la parapsicología que a la contabilidad, pero esa de la Fundación es una historia tan vieja que se remonta a su nacimiento. Sería de agradecer que esta Junta, que ha hecho de la claridad uno de sus estandartes, le hincara el diente a este asunto, que tiene incluso una arista que roza la ética en el tema de la desgravación de impuestos de las empresas colaboradoras.
El resto de la reunión, una vez superado el Rubicón de las cuentas, transcurrió por los cauces previsibles. Salieron al estrado más o menos los compromisarios de siempre, a decir aproximadamente lo de todos los años y fueron respondidos desde la mesa con los mismos argumentos a los que han recurrido todos los presidentes que en el Athletic han sido desde que las Asambleas eran en blanco y negro. Hubo tres novedades a destacar: el mayor y más digno uso del euskera, sobre todo en el discurso del presidente, aunque también Aldazabal lo empleó. Merece una felicitación. Las otras dos requerirían alguna puntualización.
El recurso a las presuntas preguntas que los socios presentaron por escrito para explicar los pormenores económicos en el formato pregunta-respuesta, dio agilidad a la exposición y resultó didáctica. Pero hubiera estado mucho mejor si cada pregunta hubiera estado identificada con su autor, o al menos con su número de socio. El detalle hubiera dado más credibilidad a un formato que por momentos pareció estar demasiado 'preparado'.
La prohibición de la presencia de cámaras ajenas y su sustitución por una señal institucional, fue manifiestamente mejorable. Soy de los que pienso que fue un error histórico por parte del club permitir la entrada de las cámaras de televisión a la Asamblea. Pervirtieron el debate, provocaron la proliferación de compromisarios deseosos de salir en la tele y trasladaron a los televidentes una imagen del principal órgano rector del Athletic algo peor que lamentable. La alternativa que se puso en práctica anoche es, sin embargo, contraria al lenguaje televisivo más elemental y en algunos casos contradictoria con el efecto que se pretende conseguir. Algún especialista tendría que explicar cómo se conjuga el derecho a la propia imagen con el hecho de que se anuncie el nombre y apellidos del presuntamente protegido, a quien después no se muestra, pero se oye, siendo perfectamente identificable, por conocido. Que no se mostraran los primeros instantes de la intervención de Zarate fue el paradigma de lo dicho. Quizá una alternativa sería preguntar en cada caso al interesado si quiere o no que su imagen se transmita. Con que la mitad de los intervinientes diera su permiso la cosa ganaría bastante en terminos televisivos.
El estilo que quiere imponer Urrutia ha marcado sin duda el resultado de esta Asamblea. Un discurso sin estridencias, que no quiere decir que sea de perfil bajo, la elusión de enfrentamientos directos, la contención y la mesura a la hora de salir a los medios de comunicación... son rasgos que ya son reconocibles en esta Junta cuando apenas ha alcanzado los cien días de su mandato. El presidente actúa siempre siguiendo la máxima que le advierte de que será dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras. Esa actitud le llevó a su primera cita con los socios en una posición cómoda, con un hilo argumental sólido y unidireccional, sin flancos que cubrir en forma de promesas vanas o facturas pendientes de pago. Lo que algunos quisieron presentar como una versión de bolsillo de la tercera guerra mundial acabó siendo una de las Asambleas más plácidas que se recuerdan en muchísimo tiempo. Que dure.

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lunes, 10 de octubre de 2011

Reflexiones antes de la Asamblea

La Asamblea de compromisarios del Athletic se presenta más calmada de lo que a primera vista pudiera parecer a tenor de la tensión existente hace un par de semanas, y pese a los esfuerzos de algunos medios de comunicación empeñados en echar leña a un fuego que se está consumiendo por falta de combustible. Da la impresión de que Urrutia y su equipo directivo están consiguiendo llegar a su primera cita con los compromisarios haciendo valer el estilo que prometieron en campaña, ese 'gure estiloa' que podría traducirse por un intento de volver a hacer del Athletic aquel club en el que nunca pasaba nada, en contraposición con la institución convulsa de los últimos años. Los actuales rectores huyen de la estridencia, actitud que desde algunos sectores se les ha llegado a reprochar con acusaciones tan peregrinas como la de que no dan la cara a los problemas. Que los problemas sean los errores arbitrales o la imposición de unos horarios vía contrato televisivo firmado y rubricado ( y cobrado) es lo de menos. La presencia casi diaria de los presidentes en los medios de comunicación se ha convertido en un hábito y en una formidable herramienta de trabajo para el periodismo de declaraciones y su complemento tertuliano: unos ponen el titular y otros lo comentan.
La mesura en las declaraciones y la contención en las comparecencias públicas de la actual directiva ha dibujado el escenario preasambleario más calmado de los últimos tiempos. Y eso que hace apenas un par de semanas daba la impresión de que se desenterraban todas las hachas de guerra y la masa social caminaba a una fractura de calibre guerracivilista. La noticia de que los actuales gestores cerraban un balance deficitario en diez millones de euros y la inmediata rueda de prensa de los anteriores responsables (presidente y contador), negando la mayor, hacían presagiar lo peor con argumentos de peso. Una diferencia de diez millones de euros es suficiente diferencia para convertir un traspaso de poderes en un terremoto de máxima intensidad.
Pero afortunadamente para el club, no se produjo el cuerpo a cuerpo que quien más, quien menos, esperaba tras la comparecencia pública de García Macua y Zarate defendiendo su versión. Urrutia y su equipo evitaron una respuesta pública, dando por sentado que todo lo que había que discutir ya se había discutido a lo largo de las reuniones que habían venido manteniendo ambos equipos de trabajo. Prefirieron centrarse en el esfuerzo de explicar su versión a los compromisarios citando a estos por grupos en Ibaigane, modalidad que precisamente empleó con mucho éxito la anterior Junta en los cuatro años de su mandato.
Tampoco los anteriores mandatarios han insistido en su defensa, ni siquiera cuando se ha filtrado el pago a Caparrós de un cheque por importe de 250.000 euros justo la víspera de la jornada electoral. El sentido común y la práctica de pagos del club en dos plazos, enero y junio, bastaron para disipar cualquier atisbo de sospecha.
En distintos medios se ha adelantado la idea de que la anterior Junta defenderá sus cuentas en la Asamblea mediante la comparecencia en el atril de su contador, Juan Antonio Zarate. Ese es el sitio y el momento. Lo que no está tan claro es que tanto la defensa de las cuentas como su reformulación, acaben interesando demasiado a los compromisarios. Entre la masa social ha calado la idea de que estamos ante una discusión de técnica contable y aunque no sea exactamente así, la idea general es que sea quien sea el poseedor de la razón, el asunto no afecta a la economía del club sino al prurito de los protagonistas. El hecho de que los avales no estén en peligro (los actuales mandatarios reconocen un ligero superávit en el conjunto de los cuatro años anteriores) y el mensaje lanzado con insistencia desde Ibaigane recalcando que 'nadie se ha llevado nada y el dinero está en el club', evitan el dramatismo y desactivan el debate.
De los diez millones en cuestión, más de siete pertenecen a la partida de los ingresos procedentes de los llamados Socios Barria, una denominación que pudo ser un acierto de marketing y publicidad, pero que ha devenido en problema. Se discute si aquellos que adelantaron un dinero para adquirir la condición de socios en el nuevo San Mamés, son socios de pleno derecho o no. Porque de que lo sean o no, depende el destino contable de su aportación. Y llegados a este punto, conviene recordar que la figura del Socio Barria se incluía en el proyecto de estatutos que presentó García Macua la primavera pasada. El presidente y su junta quisieron otorgar rango estatutario a ese colectivo, conscientes de que era la mejor forma de zanjar esta discusión. Pero aquella propuesta no se aprobó porque algunos directivos muy concretos se negaron a aceptarla por los cambios que incluía en el proceso de constitución de la Asamblea de Compromisarios, cambios que les despojaban de su condición de poder fáctico en base al trasiego de carnets, firmas y favores personales que han ido configurando en el Athletic un insoportable régimen clientelar. El fracaso de aquella propuesta, además de impedir solucionar el vacío legal de los Socios Barria, indispuso al presidente ante los miembros más cualificados de la Comisión redactora de los nuevos estatutos, alguno de los cuales llegó incluso a apoyar en público a Urrutia en las vísperas electorales.
Hace mucho que la Asamblea de Compromisarios, una institución nacida para facilitar el control de los socios a la gestión de las Juntas, se ha convertido en una institución fácilmente manipulable y, por lo tanto, fuertemente manipulada. Los socios de buena voluntad son minoría en una reunión que se mueve en términos de bandos organizados que responden a intereses muy concretos. Se pregunta y se calcula con absoluta naturalidad de cuántos compromisarios dispone la Junta de turno, o de quién es la mayoría de la Asamblea, y se hacen cábalas a partir del año de constitución de cada Asamblea para especular sobre el grado de influencia de éste o de aquel. Todo ello aderezado por algunos personajes que año tras año dan la nota pintoresca.
Solo ésta, digamos, peculiar composición de la Asamblea, y las manos que mecen la cuna, pueden complicar una discusión que, normalmente, se debería zanjar sin mayores complicaciones. Incluso la forma en la que, al parecer, se va a votar, gestión y cuentas en el mismo paquete, favorece una resolución que beneficie al club acallando las trompetas que insisten en anunciar el apocalipsis. Veremos.

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lunes, 3 de octubre de 2011

El proyecto ya va tomando forma

Hay quien está empeñado en poner el foco del partido de Anoeta en el tiro al poste de Griezman y el penalti no pitado por mano involuntaria de Gurpegui. Alguno incluso vio un segundo penalti en un forcejeo entre Javi Martínez e Iñigo Martínez, pero bueno, ya se sabe cómo se ven las cosas en el fútbol. Se han oído por ahí versiones que concediendo el primer tiempo al Athletic, destacan la reacción de la Real en la segunda parte, como intentando dividir el encuentro al salomónico modo. Si el cronómetro y Pitágoras no engañan, veinte minutos no son la mitad de noventa, así que pongamos las cosas en su justo término. El Athletic dio un repasito curioso a la Real a lo largo de los primeros cuarenta y cinco minutos y mantuvo el control del partido sin mayores apuros en los veinticinco finales. Sí que es cierto que en los primeros veinte minutos tras el descanso, la Real tiró de orgullo y amor propio y llevó el encuentro a las cercanías de la portería de Iraizoz, más por empuje y genio que por juego, tapados como estaban sus organizadores, Xabi Prieto y Zurutuza, desaparecido el otras veces bullidor Griezman y ayuno de balones el goleador Agirretxe. Tuvo mucho que ver con todo ello la disposición de Bielsa y el trabajo de sus jugadores. Seguro Aurtenetxe en la banda, muy cómodo Javi Martínez otra vez como central, eficaz en grado sumo Gurpegui por delante y cada vez más asentado Amorebieta no solo defendiendo sino sacando el balón. Eso en cuanto al sistema defensivo se refiere. Porque el Athletic volvió a dar una lección de juego de ataque, desde Iraola hasta Gabilondo, pasando por la revelación de este comienzo de temporada, el polivalente De Marcos, un Munian cada vez más convencido de sus galones y, cómo no, un LLorente que por fin reapareció como el delantero que marca la diferencia. Quedarse con que el Athletic pudo echar por la borda todo lo bueno que había hecho durante el partido en esos veinte minutos un tanto caóticos, es quedarse mirando al dedo que señala la luna. Es cierto que durante esos minutos el equipo rojiblanco perdió la iniciativa y el balón, pero apuros, lo que se dice apuros, se concretan en un gol tan precioso como casual y anecdótico, y el disparo al palo y el consiguiente cabezazo de Agirretxe que Iraizoz aprovechó para redimirse. Todo ello en el contexto del lío que tenía montado el sistema defensivo rojiblanco por la lesión y retirada de Javi Martínez y la incorporación de San José en su lugar. En total once minutos, los que van desde el gol de Martínez en el 59, al segundo de Llorente en el 70. Ese gol del nueve rojiblanco selló definitivamente el partido y el Athletic volvió a dibujar el escenario del primer tiempo, controlando el balón, los espacios y el tiempo. Si Toquero llega a marcar en el descuento, o De Marcos y Susaeta eligen mejor en un par de jugadas, el marcador hubiera reflejado mucho mejor lo que se vio en el campo. El primer triunfo del Athletic en la Liga tiene el valor añadido de la confirmación del funcionamiento de un sistema y de una idea. Los profetas del apocalípsis deberán esperar sentados y aprovechar el tiempo para perpetrar nuevas teorías futbolísticas que oponer a las de Bielsa. Por ejemplo, deberán reformular el teorema del perjuicio que causa el dibujo de Bielsa al juego de Llorente. Y de paso, harán bien también en ir escribiendo un nuevo tratado sobre la falta de compromiso del delantero con la causa del equipo. Su imagen tras el partido, tumbado sobre el césped, apretando los puños, celebrando la primera victoria, basta y sobra para desmontar una tesis doctoral. Ya puestos, los de la trompetería apocalíptica deberán mirar también la cuestión de Javi Martínez como central, o al menos pergeñar un modesto teorema acerca de la oportunidad de que el navarro actue en ese puesto en determinadas circunstancias. No es cuestión de echar las campanas al vuelo por una simple victoria, por muy importante que sea ésta, pero el transcurso de la semana, con los triunfos ante el PSG y la Real, ha puesto de manifiesto que el proyecto va tomando forma, una forma muy atractiva e interesante, además. El hecho de ver al Athletic marcando el paso en Anoeta desde el minuto uno, dejando muy claro que había ido a ganar el partido, es la mejor de las noticias, sobre todo porque se repite. La misma imagen se vio en Cornellá y en La Rosaleda. En Anoeta, además, esa imagen quedó reflejada en el marcador. Decíamos el jueves que el Athletic había encontrado el camino. El domingo siguió transitando por él y, lo que es mejor, con paso cada vez más firme.
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