domingo, 17 de enero de 2010

Nostalgia

De pronto un flash back de veinte años. El Athletic arrollando al Real Madrid. Dos palos, dos corners, un gol. ¡A por ellos!, la corneta tocando a la carga, San Mamés rugiendo, los leones desmelenados con el cuchillo entre los dientes y todos esos tópicos que fueron creando los viejos maestros del periodismo vizcaino para cantar las gestas del equipo. De pronto, un arranque de partido de los de antes, de los que tanto hemos pedido y tanto hemos añorado; el Athletic racial, un derroche de casta, el equipo imbatible en su campo, el San Mamés entregado donde a los más grandes de les aflojan las piernas. ¡Qué gozada!. Lástima que todo eso durara solo dos minutos, el tiempo que medió desde que el árbitro señaló el comienzo del partido y Llorente marcó su gol mientras los aficionados estaban todavía lamentando el doble remate al poste.
El arranque del partido contra el Madrid, esos dos minutos mágicos, fue como ese "en el capítulo anterior..." que los guionistas suelen introducir en las series de televisión para poner en situación al espectador. Un recordatorio de por dónde iba la película antes de comenzar el nuevo capítulo. Así el Athletic nos recordó en esos dos minutos mágicos, por dónde solía ir la película en San Mamés cuando venía un grande. Fue un trailer de dos minutos, una promoción tan atractiva como engañosa. El espectador esperaba cañonazos, explosiones, fuegos artificiales... pero una vez acabado el anuncio, la película se fue por otros derroteros.
El arranque del partido fue una concesión a la nostalgia, un "en el capítulo anterior". Los noventa largos e interminables minutos que continuaron fueron otra cosa bien distinta. Al homenaje a la historia le sucedió la inmersión en la actualidad. Y la actualidad del Athletic dista bastante de la grandeza de su historia. Los aficionados que acumulan algunos trienios de fe rojiblanca han asistido a unas cuantas victorias del Athletic sobre el Real Madrid y han visto a los leones comerse por las patas a los blancos, empotrados en su portería, barridos del campo; han asistido a batallas épicas donde se ha discutido a sangre y fuego cada metro de césped, refriegas en las que el fútbol del más alto nivel ha convivido con la pelea más descarnada; los aficionados de San Mamés han sido testigos de grandes victorias y de dolorosas derrotas, pero nunca han visto a su equipo llegar al éxito más celebrado por el camino más angosto, el de asumir su pequeñez para hacerse grande.
Concluido el recordatorio de lo que fue el Athletic, llegó la puesta en escena actual, la de un equipo consciente de sus limitaciones y de su pequeñez. Si de antemano el empate era un resultado más que aceptable, el gol a favor cargó de razones a los apologetas de la practicidad. La raza desplegada en el inicio, las cornetas tocando a la carga, los leones desmelenados y todo eso, dieron paso a un equipo entregado, sí, bravo, también, y desmelenado, por qué no, a su manera, o sea, para defender como gato panza arriba durante hora y media lo que había ganado como el fiero león que fue durante dos minutos. El Athletic entregó el balón al Madrid y se aprestó a defenderse a la espera de un contrataque cada vez más improbable a media que transcurrían los minutos.
Seamos realistas, pidamos lo imposible. Como en la vieja pintada del Mayo francés, el Athletic asumió la realidad de su inferioridad ante el Madrid para discutirle el imposible de una victoria. Hasta el descanso, la cesión de la pelota y de los espacios solo le acarreó un par de sustos en la portería de un Iraizoz que empezaba a cimentar una noche para el recuerdo. Después, en un segundo tiempo más angustioso a medida que caían los minutos, ese reconocimiento de la inferioridad propia, ese regalar el balón sin apenas discusión, esa transformación voluntaria en frontón que se limita a repeler el balón, estuvo a punto de costarles el éxito que con tanta entrega buscaron siempre los rojiblancos. No hubiera sido injusto que el Madrid empatara, no hay más que atender a la estadística para admitirlo, pero hubiera sido muy cruel para un equipo que buscó su suerte con una fe y una entrega dignas del mejor de los premios.
La película que empezó con aquel flash back de veinte años, acabó teniendo un final feliz, como debe ser para que el espectador se vaya a casa con la sonrisa en la boca. El entusiasmo que desata siempre una victoria sobre el Real Madrid impide cualquier reflexión sobre el desarrollo del argumento. Cualquier cuestionamiento corre el riesgo de ser considerado alta traición, un delito de leso rojiblanquismo. Cuando se le gana al Madrid poco importa que se haya regalado el balón hasta extremos intolerables, que el portero se haya convertido en el artífice de la victoria o que la angustia fuera tal que se estuviera pidiendo la hora diez minutos antes del final. Poco importan todos esos detalles, como poco incide que un extra que hace de legionario romano lleve un reloj de pulsera en la grandeza cinematográfica de Ben-Hur, por decir algo. A lo largo de más de un siglo de enfrentamientos, el Athletic le ha ganado al Madrid de muchas maneras, todas válidas. También la del sábado. No seamos rehenes de la nostalgia. Las cosas ahora son así y los caminos hacia la grandeza, como los designios del Señor, son inexcrutables. Se ganó al Madrid, algo que últimamente no ha sido lo más frecuente. A veces merece la pena dejar a un lado la reflexión para que el disfrute lo ocupe todo. Este es uno de esos momentos. No nos pregunten cómo; ganamos y eso es lo más importante.

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5 comentarios:

Anónimo dijo...

No te voy a discutir lo que dices JC, pero es una hombrada lo que ha hecho nuestro Athletic, porque si mirabamos la alineacion del Madrid era para dar miedo, porque todo es a base de talonario. El futbol de hoy nos ha hecho defender el gol que teniamos de renta, pero si Llorente llega a marcar el segundo en la jugada que tuvo a pocos minuto del final, que hubieran dicho del partido.

Para mi fue una gran trabajo del equipo en general, y San Mamés como en sus mejores tiempos, que eso me gusta.

Luis Teclista

Gontzal dijo...

Yo Luis coincido más con Juan Carlos, en una victoria contra el Madrid está claro que la emoción nos hace dejar de lado el cómo, pero nos podía haber costado el partido.

La victoria vale su peso en oro, nos consolida con 30 puntos, a pesar de que el equipo pueda hacer más cosas de las que viene haciendo.

Y sí, la emoción de esos primeros minutos no nos la quita nadie.

Por cierto, cómo aprovechan algunos la ola. Macua hablando de intenciones electorales y aprovechando la cuesta abajo para renovar a Caparrós. ¿Más de un año? No lo descartaría.

pintxo dijo...

aupa juan carlos! no seas tan derrotista, hombre, el athletic tuvo el gol, dos postes, un punterazo de llorente despejado por casillas y el panalty de libro. Total 5 ocasiones por 6 más o menos claras del madrid.

la posesion fue de esta guisa:
34,6 del athletic por 63,4 del madrid, claro a favor de los merengues, pero es que el athletic es el equipo con menos posesión de la liga (no es que el madrid nos empotrara, es que el athletic juega a esto)

en fin, lamentables los comentarios setenteros "el athletic es iraizoz y 10 más" a mí me gusta más valorar el trabajo de todo el equipo que fue realmente espectacular, por más que a mi también me gusten más los regates y las paredes.

Juan Carlos Latxaga dijo...

No se trata de echar agua al vino y yo soy el primero en alegrarme por la victoria ante el Madrí. Pero sigo pensando que vivimos unos tiempos de desmesura en los que todo se magnifica como el 'notición' de que nieva en pleno mes de enero. Debe de ser cosa de la sociedad mediática en la que vivimos.
El Athletic jugó un gran partido en términos de derroche de esfuerzo y casta, pero insisto en que hay que pedir un poquito más. El equipo se dejó la vida robando balones para regalarlos a continuación. De ahí el agobio del segundo tiempo.
Me alegro por la victoria, pero ganar en San Mamés con el portero como el jugador más destacado del equipo no es como para despertar entusiasmos. Claro que si celebramos el perder una final, hemos abierto la puerta a todo. Sin ir más lejos, hace quince días en el Sadar celebraron el empate contra el Madrí como si hubieran ganado la Copa de Europa. Me temo que si no media el gol de Llorente, en San Mamés hubiera ocurrido lo mismo. A eso parece que hemos llegado.
Pintxo, a mí tampoco me gustaba aquello de Iribar y diez más que inventaron en Madrid precisamente el año en el que con Ronnie Allen quedamos segundos en la Liga detrás del Atlético. El sábado Iraizoz estuvo muy bien... todo lo bien que cabe esperar de un buen portero de Primera División y creo que Gorka lo es. Estoy seguro de que los que han establecido el paralelismo con Iribar no han visto jugar al Txopo. Han cometido el pecado de nombrar el nombre de Dios en vano.

Pajarito dijo...

Perdón, pero Iribar-Ronnie Allen?