viernes, 18 de septiembre de 2009

Con los pies (y el balón) en la tierra

El Athletic sigue proporcionando buenas noticias desde su primer equipo. El regreso a Europa no ha podido ser más afortunado: victoria clara, buen fútbol a ratos y rotación de jugadores aun a riesgo de incurrir en contradicciones como la de poder ver a Zubiaurre gracias a que en su día no encontró equipo al que marcharse siguiendo la invitación del entrenador.
Contra el Austria de Viena el equipo ha demostrado que sabe jugar un fútbol más elaborado que el que mostró cuatro días antes en Jerez. El pelotazo a Llorente y a ver qué pasa como táctica dio paso a un mejor manejo de la pelota desde atrás, aunando paciencia y combinación para crear situaciones de peligro ante la portería rival.
El exitoso arranque liguero tuvo continuación en la competición internacional lo que anima al personal al siempre gratificante y poco esforzado ejercicio de echar las campanas al vuelo, así que habrá que pedir al distinguido público que mantenga los pies en la tierra, como los jugadores mantuvieron ayer el balón a ras de césped. Sólo así podremos aspirar a algo que de verdad merezca la pena.
No es echar agua al vino decir que los futbolistas del Austria de Viena que se presentaron en San Mamés tienen la consistencia futbolística que pueden ofrecer sus convecinos de la Filarmónica, por poner un ejemplo. Blandos, sin malicia alguna, bien educados y amables los que estuvieron en el césped. El par de centenares de tarados que les acompañaba desde la grada no parecían ni del mismo pueblo. Sirvieron de distracción al público en los minutos finales, mucho después de que todo el pescado quedara vendido sobre el terreno de juego.
Es constatar una realidad que el Austria fue un rival flojito, pero equipos de ese nivel han amargado más de una noche en San Mamés. Ayer sucedió que a los ocho minutos Susaeta consiguió engañar a tres árbitros para llevar el balón hasta el punto de penalti. Llorente abrió el marcador y a partir de ahí todo fue mucho más fácil.
La clave estuvo sin duda en que el Athletic se sintió cómodo y superior jugando el balón con criterio, empezando a moverlo de atrás hacia adelante con paciencia y sentido, buscando la verticalidad de Susaeta y Muniain con el apoyo de Iraola y, menos, de Castillo, y el saber estar y el aplomo de un Joseba Etxeberria como no se veía desde hacía tiempo. Ese fútbol relevó a Llorente de la obligación de pegarse con los centrales y le permitió buscar los espacios para encontrar la mejor zona de remate. Así llegó el segundo gol, en un movimiento elemental que, sin embargo, sigue siendo de los más eficaces en el fútbol: apertura a la banda, buen centro y mejor remate. Cuando tienes jugadores para hacerlo no te hace falta más que intentarlo, como lo hizo ayer el Athletic una y otra vez.
Claro que el fútbol de creación pasa por recuperar pronto la pelota y mantener su posesión el mayor tiempo posible y ahí surgió la figura de un Gurpegui que si en Jerez dio equilibrio al equipo en los minutos finales, ante el Austria se erigió prácticamente en el eje sobre el que giró todo el equipo. Si a esto añadimos que Yeste se puso el buzo y colaboró tanto en la recuperación como en la conducción y distribución, nos encontramos con un equipo homologable, en las antípodas del grupo histérico que corre, corre, corre, choca, choca y choca. Tiene mucho que ver con ello el perfil de los jugadores que actuaron anoche. Su elección correspondió, evidentemente, a Caparrós, por lo que hay que adjudicarle su parte de mérito, tanto a la hora de confeccionar el equipo como a la de diseñar el planteamiento. Si además estuvo listo a la hora de los cambios, apresurándose a dar descanso a Llorente, recuperando a David López y dando minutos a jugadores como Mikel San José o Zubiaurre, estamos ante el Caparrós más afortunado de los últimos tiempos. Todo salió bien la noche del jueves. Y eso es decir mucho cuando hablamos del Athletic. Cuestiones tan importantes como la confianza o la autoestima crecieron mucho a lo largo de los noventa minutos ante el Austria. Que no decaiga.

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3 comentarios:

Gontzal dijo...

Coincido, una vez más, aunque a mi el partido por momentos me aburrió un poco. Me sorprendió que los vieneses no presionaran ni salieran de la madriguera ni con el doscero, pero es que presentaron un talante de como si no fuera con ellos, de ahí que, como dices, tan sólo la tarascada a Muniain fuese reseñable.

Y sí, Caparrós está más afortunado, parece que se da cuenta que algunos jugadores pueden aportar -flagrante el caso Gurpe-, que las rotaciones son convenientes si se hacen como ahora, y que los cambios sirven para algo más que sorprender en la decisión a 40.000 personas.

Por poner una pega -seguro que se me permite-, contra el Villarreal no creo que la endeblez defensiva salga tan bien parada. No necesitaron nada los austriacos para plantarse ante Iraizoz en un par de ocasiones.

Como en el concurso, atención pregunta: ¿no luchaba la Ertzaintza contra los símbolos ofensivos? Quizá lo que hicieron los 200 tarados fuese otra cosa. Behar bada.

Iñaki Murua dijo...

Sobre balón y hierba, una anécdota que yo no conocía y que me contó un colega, también forofogoitia, ayer entre viaje y reunión.

Debió preguntar Di Stéfano a sus jugadores una vez de qué estaba hecho el balón. Alguno respondió que de cuero. Por lo que el míster siguió, a ver de dónde venía el cuero. Y el de turno dijo que de las vacas. La saeta siguió, que a ver qué comían las vacas. Hierba dijeron. Concluyó, que al balón le gusta la hierba. Pues eso ;-)

Anónimo dijo...

Pues si, los austriacos y sobretodo sus defensas de 80 kg o más a primera vista y antes de comenzar el ensayo futbolistico parecian duros como rocas y luego resulto que eran parecidos a sílfides que en lugar de respirar sobre la nuca del contrario, le invitaban a pasar por su lado, disculpándose al menor roce.

Vaya equipillo, buffff, algunas veces parecia un partido de gordos contra flacos o de solteros contra casados.

El Brujo de Letziaga....Somo