martes, 29 de septiembre de 2009

Lezama, otra larga cambiada

Larga cambiada: dícese del lance del toreo de capa que se realiza con una sola mano, a izquierda o derecha, y resulta de citar al toro de frente, sostenido el capote por uno de sus extremos y adelantado, para llevar al toro toreado hasta darle salida por el lado contrario al que se le cita.
O sea, un engaño. Uno más de la larga lista de suertes y lances de los que se compone la tauromaquia, lista casi tan larga como la que está rellenando esta directiva para dar salida a la afición por el lado contrario al que se la cita.
Lezama constituye para esta directiva la prueba fehaciente y simultánea de su incompetencia y de su facilidad para sostener una cosa y su contraria sin mover un músculo de la cara. Esta directiva no supo qué hacer con Lezama desde el minuto posterior en el que se le ocurrió presentarse a las elecciones. Lo más aproximado a un plan para Lezama consistió en anunciar en la primera rueda de prensa, su intención de despedir a Txato Núñez y a Sabino Padilla. Una utilización instrumental y torticera.
Después, cuando García Macua y su gente tuvieron que explicar en qué consistía su idea de la cantera del Athletic, no encontraron una respuesta más allá del tópico y del lugar común. Anunciaron el fichaje de Iñaki Urkijo como máximo responsable de la base rojiblanca, y quince días más tarde tuvieron que reconocer entre dientes y sin más explicaciones, que Urkijo había presentado su dimisión.
De prisa y corriendo se hicieron con los servicios de Luis Solar, un hombre tan relacionado con el fútbol como pueda estarlo Fernando Romay, o Montes, el de la pajarita de la Sexta, pongamos por caso. No importaba. Se trataba de un 'gestor deportivo' que no tenía necesidad de tener conocimientos específicos de fútbol. Bajo su mandato llegó a Lezama procecente de la Real Sociedad, Julen Masach, quien se ha marchado sin haber dicho en público esta boca es mía durante los meses que ha permanecido en la disciplina rojiblanca.
Durante estos años han ocurrido hechos tan notables como el despido, de hecho de Luis De la Fuente, a la sazón entrenador del Bilbao Athletic, para hacer sitio en el filial a Kike Liñero, prácticamente el único apoyo público notable a la candidatura de García Macua de entre la comunidad de técnicos. De la Fuente, miembro del último equipo campeón, experto en los banquillos de base tras su paso por el de los juveniles del Sevilla, fue repescado a última hora porque Caparrós pidió alguien de su confianza, o al menos alguien conocido, en el que apoyarse en el comienzo de su andadura. De la Fuente, un técnico con vocación de tal, se convirtió así en el delegado del primer equipo. Dos años después, vuelve a ser el responsable técnico del filial, sin que tampoco haya mediado explicación de la rectificación.
Dos años después, del nucleo duro inicial no queda nadie, incluido el directivo responsable, nada menos que con cargo de vicepresidente.
Ahora nos presentan a Irureta como un hombre de fútbol cien por cien que era, al parecer lo que se necesitaba, pese a que nos lo dicen los mismos que afirmaron hace dos años que valía con un hombre del balonmano. A su lado han colocado a Manolo Delgado, una institución en el club al que han tenido marginado los últimos años (también estos dos últimos). De pronto, en el Lezama de los ordenadores, los videos y las papillas milagrosas, hemos vuelto a los clásicos: a dos hombres que han sobrepasado los sesenta años y que ya han visto tanto, en el fútbol y en el Athletic, que ya nada les puede sorprender. Quizá por eso han aceptado la oferta.
Porque tampoco hay que olvidar que así como Luis Solar no fue la primera opción de García Macua, tampoco Irureta lo ha sido. Antes que él fueron sondeados Amorrortu, Ziganda e Iñaki Sáez, o eso dicen, porque al menos algún caso habría que ponerlo en cuarentena. Pero García Macua proclamaba su deseo de contar con un 'técnico joven' y de prestigio futbolistico. Vamos, el retrato robot de Solar o de Irureta.
Tres meses después de su elección, Irureta se presentó el lunes en Lezama. No dijo nada nuevo, pero tampoco nadie que conozca medianamente el tema y no esté para dorar la píldora al presidente, se esperaba que lo hiciera. El periodismo bilbaino es tan del Athletic y tan respetuoso con la gente rojiblanca (y Jabo lo es), que le ahorró el trago de tener que responder a un par de preguntas de verdad, de esas que hubieran tenido tartamudeando al presidente durante la hora larga que duró la función. Si el periodismo bilbaino hubiera querido hacer sangre o, simplemente, aclarar conceptos, hubiera preguntado a Jabo por su opinión por la política deportiva de Caparrós, por la del presidente, por su convencimiento íntimo sobre su capacidad de hacer algo de provecho en los dos años de mandato que le restan a esta junta, o por su verdadero peso específico en la toma de decisiones, teniendo en cuenta su condición de hombre cien por cien de fútbol y fichado como tal. Ello por no inquirir sobre su experiencia con el fútbol de cantera. En lugar de eso, el periodismo se conformó con trasladar a su clientela que Irureta tiene la idea de 'hacer las transiciones pasando por el centro del campo', y que es partidario de que los chavales que suben al primer equipo sean titulares cuando regresen al filial, dando por supuesto que a Jabo le parece bien esta desaforada política de debuts a toda costa que sigue Caparrós, a él, que para conceder diez minutos a un chaval siempre ha necesitado pruebas incontestables de su valía real, una solicitud por triplicado y hasta el nihil obstat del Vaticano si fuera preciso.
Pero en fin, ya tenemos nuevo organigrama de Lezama, nuevos nombres y nuevas caras, o sea, nada nuevo. García Macua ha salvado la situación, o eso quiere hacernos creer, después del incendio que ha consumido las entrañas del club durante todo el verano. ¡Qué pena!
Como de toda experiencia por negativa que sea, se puede sacar una enseñanza positiva hagamos el ejercicio y calibremos lo fuertes que son el Athletic y Lezama que han sido capaces de sobrevivir a todo esto.

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domingo, 27 de septiembre de 2009

Suicidio colectivo

Como una de esas sectas cuyos miembros se toman un combinado de cianuro con naranja porque el líder ha visto la llegada de un ovni que rescatará a los elegidos, así los jugadores del Athletic se hicieron el harakiri el sábado ante el Sevilla liderados por un Iraizoz al que solo le faltó ponerse una túnica para interpretar su papel. Antes de los cinco minutos Iraola se dejó robar la cartera por Capel en la banda y no tuvo más remedio que cometer una falta. El portero ordenó a Susaeta que formara una barrera unipersonal, o sea, un poste y bajito. Resultado: Renato tiró al primer palo por el hueco e Iraizoz se lanzó tarde y mal. 0-1. Veinte minutos después, Amorebieta, con tiempo para pensar y espacio para maniobrar, decidió despejar flojito de cabeza hacia el centro, es decir, a hacer eso que les dicen a los defensas que no hagan desde alevines. Resultado: Capel agradeció el regalo y se lo hizo llegar a Negredo para que fusilara a placer. 0-2. Un poco antes de que el árbitro pitara el final del primer tiempo, señaló una falta en el lateral del área del Athletic. Centro, remate, el balón que se le escapa a Iraizoz, Amorebieta que duda entre despejar o controlar y Kanoutè que mete el pie sin pensarlo. 0-3. Si a esto se le suma un remate al larguero de Negredo, que tuvo más de casual que de intencionado, tenemos toda la producción ofensiva del Sevilla en el primer tiempo. En términos de rentabilidad, los de Jiménez se pusieron las botas.
Cuentan que cuando en el Real Madrid la c se identificaba con la letra inicial de testículos, y no con la de cartera, allá por los tiempos de las remontadas en la Copa de Europa, la consigna del vestuario era pedir el saque inicial de centro y rematar bien la primera jugada del partido, a poder ser con un disparo a puerta o, en su defecto, con un remate contra la valla de publicidad al lado de la portería, para que la chapa retumbara a modo de cañonazo de salida que acongojara del rival.
Con ese espíritu arrancó por ejemplo el Athletic aquel ya histórico partido de semifinales de Copa contra el Sevilla. Y así le fue. El sábado no ocurrió lo mismo. El Athletic sacó de centro... y perdió el balón al tercer pase para no volverlo a recuperar en todo el partido. Cuatro minutos después llegó el ragalo de Iraola e Iraizoz y a partir de ahí, el desastre.
Como dijo después Caparrós, se concedieron demasiadas ventajas a un rival demasiado fuerte como el Sevilla. Habrá que preguntarse por las razones de tan extraño comportamiento. Por ejemplo podría dar una explicación la persona que, dicen, graba en vídeo todas las acciones de los porteros y les adiestra sobre las partes del juego que se desarrollan lejos de la portería. ¿Correspondió a una instrucción suya la conformación de tan ridícula barrera en el primer gol?. ¿Fue cosa personal e intransferible de Iraizoz?. ¿No acudió el portero a clase el día que explicaron la lección de las barreras?.
Fue la del primer gol una jugada que condicionó todo el partido, pero aquello no tuvo buena pinta desde el minuto inicial. El Sevilla llegó a San Mamés con la lección aprendida y dispuesto a hacer valer su superioridad tanto en aspectos individuales como en los colectivos. Así, Capel trajo por la calle de la amargura a Iraola mientras que Kanoute y Negredo sacaron de sus casillas a Amorebieta que arrastró a toda la línea. Sólo Koikili supo tomarle la medida a Jesús Navas, aunque acabó ahogándose en el naufragio general.
En el centro del campo, los sevillistas respondieron con más músculo y potencia de choque a Javi Martínez y Gurpegui mientras que intimidaron a David López y Susaeta hasta reducirlos a la mínima expresión. Llorente y Toquero fueron pasto de dos centrales de tanto porte físico como ellos, que jugaron, además, con la ventaja de recibir todos los balones de cara y en ventaja para sus intereses. En definitiva, un desastre de proporciones enciclopédicas que no se pudo ni intentar empezar a arreglar con la entrada de Yeste y Muniain tras el descanso, porque Amorebieta se encargó de rematar la cosa ganándose una segunda tarjeta amarilla que estaba cantada desde muchos minutos antes.
Derrotados en los balones aéreos, en las disputas, en los choques, incluso en ese otro fútbol tan del gusto de Caparrós...tras una exhibición semejante no cabe ponerse a discutir sobre rotaciones, estilos de juego o decisiones técnicas. Como mucho cabe preguntarse qué clase de papilla almacenan los jugadores del Athletic en la cavidad que tienen entre las dos orejas, primero para cometer errores de tanto calibre y después para perder el sitio y la compostura hasta acabar pareciendo un equipo malo de juveniles jugando ante un conjunto profesional. A la semana fantástica donde se sumaron seis puntos y una victoria europea, le ha sucedido una semana de saldos en la que se han acumulado dos derrotas a cual más lamentable. Septiembre no ha acabado todavía y ya hemos visto al mejor y al peor Athletic. Queda por saber si habrá término medio o estamos ante un grupo de ciclotímicos que lo mismo te llevan al cielo que están pensando en coger un ovni para irse a Ganimedes.

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jueves, 24 de septiembre de 2009

El sábado será otra cosa

Ya sabía yo que esto no podía durar. Volvemos a la normalidad. Esto ya se parece más a lo habitual...Son sentencias que se pueden escuchar en boca de los aficionados rojiblancos después del fiasco de Tenerife. Los más ilustrados hablan de ciclotimia y los más veletas, que son legión en la comunidad forofa, se quejan de tanta rotación y tanto cambio. Es la diferencia entre ganar y perder; entre al euforia y la depresión. El Athletic ha cruzado en el Heliodoro esa delgada línea que separa el entusiasmo de la decepción, pero visto lo visto a este equipo, no es descartable que el sábado retome el camino andado y vuelva a cruzar la raya en sentido contrario ganando al Sevilla en San Mamés.
Sin hacer apenas nada el Athletic pudo llevarse de Tenerife el punto que regala la Federación. Incluso a medida que avanzaba la segunda parte cabía pensar que cada minuto consumido, el equipo de Caparrós estaba un poco más cerca del éxito que del fracaso. Si consiguió el triunfo de llegar al descanso con el empate sin goles, a medida que los cambios apuntalaban el edificio rojiblanco y el cansancio hacía mella en el Tenerife (alguno fue cambiado con calambres), crecía la esperanza de un final dominador. Lamentablemente, falló el cálculo y a falta de cuatro minutos, el enésimo despiste defensivo le dio al Tenerife una victoria que buscó con más intensidad que el Athletic.
No es cosa ahora de cuestionar las rotaciones, pero sí de que alguien le diga a Caparrós que no se pasa de la noche al día en un segundo, que todo requiere su tiempo y su medida. Ni se puede jugar todo el año con trece futbolistas, ni se puede, ni se debe, cambiar de siete en siete haciendo experimentos que asustarían al profesor Bacterio. Está bien que haya circulación, pero con semáforos y delimitación de carriles. No se puede jugar ayer al patadón, hoy con toque y mañana a lo que salga. Los cambios hay que hacerlos sobre un esquema reconocible para que haya una continuidad en el argumento. Aquello de cambiar algo hasta que no lo reconozca ni la madre que lo parió, fue cosa de Alfonso Guerra, y así estamos.
La alineación inicial hacía indicar que Caparrós se guardaba la baza del banquillo para la segunda parte, retrasando el crecimiento del equipo para la fase final. De hecho, tras las salidas de Toquero, Gurpegui y Llorente, el conjunto fue mucho más reconocible y estuvo más asentado que el que empezó el partido.
Está bien dar confianza a los jóvenes y está mejor apostar por ellos, pero sin ponerlos en el borde del precipio del fracaso. Iturraspe se parece tanto en lo físico a Javi Martínez como difiere del navarro en el concepto futbolístico. No parece el chaval llamado a la vocación del destajista; lo suyo parece más cosa de ingeniería que de peonaje. En Tenerife, Caparrós le puso al lado de Yeste y, lo que son las cosas, el de Basauri se tuvo que pasar el partido haciendo los recados. Ver para creer.
Pero la pareja no funcionó, o al menos no como debiera para servir de rampa de lanzamiento de Gabilondo y Susaeta ni, mucho menos, para suministrar balones en condiciones a Joseba Etxeberria, que hace tiempo que los quiere al pie, ni a Muniain, que poco a poco va enterándose de lo que valen los peines en Primera y ojalá aprenda pronto.
Eso mirando hacia adelante. Por detrás, Ocio y Amorebieta hubieran preferido un 'recadista' de más enjundia que Yeste, mientras que Castillo e Iraola alternaron claros y oscuros para vivir todo el partido en la penumbra. Solo Iraizoz, al margen de su tontería del primer minuto, mantuvo el tono extraordinario que tuvo el equipo hace cuatro días. Él evitó una goleada antes el descanso pero como tampoco hace milagros, no pudo hacer nada cuando Alonso le remató, completamente solo en el segundo palo.
Fue una pena la derrota, porque el punto estuvo prácticamente en la maleta, pero tampoco es cosa de hacer una tragedia ni de rasgarse las vestiduras por no conseguir el récord de cuatro victorias de salida; el Athletic lleva más de 70 ligas sin conseguirlo y ha logrado ocho títulos, así que no será tan importante. El sábado contra el Sevilla será otra cosa y otro equipo, mejor o peor, pero otra cosa, eso seguro.

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domingo, 20 de septiembre de 2009

El optimismo es contagioso

Decía Jorge Valdano, a quien ya se le atribuyen casi tantas fases célebres como a Winston Churchill, que el fútbol es un estado de ánimo. Tiene toda la razón como ya se empieza a demostrar en San Mamés. El funcionamiento de un equipo depende en gran medida de las sensaciones que siente en su interior y en el entorno. Y porque esas sensaciones son contagiosas, son tantos los casos de euforia o depresión colectivas los que se contabilizan en el fútbol. Todo es optimismo en San Mamés y cuando se va al fútbol con la sonrisa en la boca, las cosas salen mucho mejor que cuando se acude con el ceño fruncido.
La gran victoria del Athletic ante el Austria de Viena dejó un ligero halo de duda, provocada por la endeblez del equipo austriaco. El Athletic ganó bien y lo hizo jugando un gran fútbol a ratos, pero lo que tuvo enfrente era un rival que jugó como un equipo menor porque lo era. El Villarreal también ha pasado por San Mamés como un equipo menor, pero el equipo de Valverde no lo es. Sucede que el gran fútbol desplegado por el Athletic minimizó a los amarillos hasta dejarlos irreconocibles. Sólo el despliegue de Cazorla en el segundo tiempo o algunos fogonazos de Nilmar cuando el Athletic sufría injustamente en los instantes finales, recordaron al Villarreal solvente y amigo del balón que aplastó al Athletic la pasada temporada. Hasta entonces, el fútbol tan juicioso como vertical de los rojiblancos se había llevado por delante toda la organización prevista por Valverde.
Dos circunstancias destacan sobremanera en el partido. Por un lado la alineación de Caparrós cambiando hasta a seis jugadores respecto al jueves, sin afectar por ello al conjunto. Es decir, una rotación como Dios manda y no un cambio de equipo B por equipo A, al estilo de lo que hacía el año pasado. Por el otro, el estilo de juego del Athletic, manejando el balón a ras de césped, con aperturas a bandas y centros intencionados como la jugada que precedió al primer gol, alternando el pase corto con la diagonal o el pelotazo a Llorente, todo en su justa medida, como debe ser. Nada que ver con el horror visto en Jerez por no ir demasiado lejos. El Athletic vio la luz ante el Austria y siguió iluminado contra el Villarreal. La convicción de que ese es el camino más corto hacia el éxito es la mejor noticia que dejan estos dos partidos. Hasta el público de San Mamés, siempre tan impulsivo, entiende que un pase atrás en el momento oportuno puede ser el mejor inicio de una jugada de ataque.
Todo es optimismo en el Athletic y ese estado de animo empuja a los jugadores a intentar hacer cosas que saben pero que hasta ahora les habían vedado. Cuando Toquero se atrevió con un taconazo en la banda quedó claro que al Athletic no se le podía escapar el partido por mucho que el Villarreal amagara. Y es que el ataque rojiblanco dejó tan evidencia a la zaga de Valverde, que siempre existió la sensación de que estaba más cerca un nuevo gol del Athletic que un acercamiento del Villarreal en el marcador.
El Villarreal rindió casi siempre como un equipo menor, sin serlo, excepto uno de sus centrales, Marcano, que parece bastante zoquetillo y además lo es, como se encargó de demostrar Toquero, que le ganó por arriba, por abajo, en la banda y en el centro hasta completar el que ha sido probablemente su mejor partido en el Athletic. Si Toquero desborda y centra con intención, si Llorente vuelve a ser el delantero de lujo del año pasado y si por detrás David López llega para discutir el puesto y Gabilondo defiende, conduce y remata, el Athletic es mucho rival para cualquiera en San Mamés. Y todo ello por no hablar de Gurpegui, inmenso contra los austriacos y más grande todavía contra el Villarreal hasta que se quedó sin resuello en el último cuarto de hora cuando los cambios obligados por lesiones y cansancio descolocaron un tanto a todo el equipo.
No hubiera sido justo otro resultado que no fuera la victoria del Athletic. Es más, hasta ese marcador de 3-2 es injusto por demasiado ajustado. Tres de tres. Nueve puntos, la moral por las nubes, el balón a ras de césped y, lo que es mejor, con una apuesta decidida por el buen fútbol. No se puede pedir más.

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viernes, 18 de septiembre de 2009

Con los pies (y el balón) en la tierra

El Athletic sigue proporcionando buenas noticias desde su primer equipo. El regreso a Europa no ha podido ser más afortunado: victoria clara, buen fútbol a ratos y rotación de jugadores aun a riesgo de incurrir en contradicciones como la de poder ver a Zubiaurre gracias a que en su día no encontró equipo al que marcharse siguiendo la invitación del entrenador.
Contra el Austria de Viena el equipo ha demostrado que sabe jugar un fútbol más elaborado que el que mostró cuatro días antes en Jerez. El pelotazo a Llorente y a ver qué pasa como táctica dio paso a un mejor manejo de la pelota desde atrás, aunando paciencia y combinación para crear situaciones de peligro ante la portería rival.
El exitoso arranque liguero tuvo continuación en la competición internacional lo que anima al personal al siempre gratificante y poco esforzado ejercicio de echar las campanas al vuelo, así que habrá que pedir al distinguido público que mantenga los pies en la tierra, como los jugadores mantuvieron ayer el balón a ras de césped. Sólo así podremos aspirar a algo que de verdad merezca la pena.
No es echar agua al vino decir que los futbolistas del Austria de Viena que se presentaron en San Mamés tienen la consistencia futbolística que pueden ofrecer sus convecinos de la Filarmónica, por poner un ejemplo. Blandos, sin malicia alguna, bien educados y amables los que estuvieron en el césped. El par de centenares de tarados que les acompañaba desde la grada no parecían ni del mismo pueblo. Sirvieron de distracción al público en los minutos finales, mucho después de que todo el pescado quedara vendido sobre el terreno de juego.
Es constatar una realidad que el Austria fue un rival flojito, pero equipos de ese nivel han amargado más de una noche en San Mamés. Ayer sucedió que a los ocho minutos Susaeta consiguió engañar a tres árbitros para llevar el balón hasta el punto de penalti. Llorente abrió el marcador y a partir de ahí todo fue mucho más fácil.
La clave estuvo sin duda en que el Athletic se sintió cómodo y superior jugando el balón con criterio, empezando a moverlo de atrás hacia adelante con paciencia y sentido, buscando la verticalidad de Susaeta y Muniain con el apoyo de Iraola y, menos, de Castillo, y el saber estar y el aplomo de un Joseba Etxeberria como no se veía desde hacía tiempo. Ese fútbol relevó a Llorente de la obligación de pegarse con los centrales y le permitió buscar los espacios para encontrar la mejor zona de remate. Así llegó el segundo gol, en un movimiento elemental que, sin embargo, sigue siendo de los más eficaces en el fútbol: apertura a la banda, buen centro y mejor remate. Cuando tienes jugadores para hacerlo no te hace falta más que intentarlo, como lo hizo ayer el Athletic una y otra vez.
Claro que el fútbol de creación pasa por recuperar pronto la pelota y mantener su posesión el mayor tiempo posible y ahí surgió la figura de un Gurpegui que si en Jerez dio equilibrio al equipo en los minutos finales, ante el Austria se erigió prácticamente en el eje sobre el que giró todo el equipo. Si a esto añadimos que Yeste se puso el buzo y colaboró tanto en la recuperación como en la conducción y distribución, nos encontramos con un equipo homologable, en las antípodas del grupo histérico que corre, corre, corre, choca, choca y choca. Tiene mucho que ver con ello el perfil de los jugadores que actuaron anoche. Su elección correspondió, evidentemente, a Caparrós, por lo que hay que adjudicarle su parte de mérito, tanto a la hora de confeccionar el equipo como a la de diseñar el planteamiento. Si además estuvo listo a la hora de los cambios, apresurándose a dar descanso a Llorente, recuperando a David López y dando minutos a jugadores como Mikel San José o Zubiaurre, estamos ante el Caparrós más afortunado de los últimos tiempos. Todo salió bien la noche del jueves. Y eso es decir mucho cuando hablamos del Athletic. Cuestiones tan importantes como la confianza o la autoestima crecieron mucho a lo largo de los noventa minutos ante el Austria. Que no decaiga.

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lunes, 14 de septiembre de 2009

Un partido que no admitía otro resultado

Dos partidos, dos victorias, seis puntos. El Athletic situado en la parte de arriba de la tabla y en vísperas de arrancar en la competición europea. Si hace un mes le cuentas esto al presidente, le da un vahído. Es bueno que el equipo arranque la temporada ganando. Una de las victorias que más se suele celebrar en la intimidad del vestuario es la primera de la temporada. Los leones ya la disfrutaron hace quince días. Ahora han conseguido repetir en la primera salida. Estupendo. Pero el doble éxito no debe llamar a engaño. De momento, las dos víctimas del Athletic son los únicos equipos que han sufrido dos derrotas. El Espanyol llegó a San Mamés corto de forma y arrastrando las consecuencias de la desgracia que sufrió en verano. El Xerez de Cuco Ziganda dejó ver en su campo que es uno de los más serios candidatos al descenso de no mediar una mejoría de proporciones enciclopédicas.
No hay que restar mérito al triunfo del Athletic, corto incluso en el marcador, y hay que felicitarse porque los de Caparrós hicieron lo que debían: ganar en un campo que tienen marcado en rojo todos los equipos. Los rojiblancos deben aprovechar estos dos primeros meses su mayor rodaje, adquirido en un verano infernal. Ahora juegan con esa ventaja que probablemente se convertirá en handicap allá por los meses de la primera, cuando el trabajo acumulado que ahora se agradece, se transforme en una pesada carga.
El Athletic estaba obligado a ganar... y ganó. Pero jugando como lo hizo en Chapín, recurriendo una y otra vez al pelotazo largo sobre Llorente, sólo se gana si enfrente está un Xerez que recurre como revulsivo a un Antoñito que, por edad, ya debería ser don Antonio. Lo triste del caso es que los rojiblancos tienen muchos más recursos técnicos y futbolísticos en sus botas, como demostraron a ratos en el campo jerezano. El gol, un mano a mano de Llorente con el portero, o algunos chispazos de Susaeta o Muniain, llegaron como fruto de jugadas trenzadas, de pases ligados uno detrás de otro. Debería ser suficiente prueba para que el entrenador recapacite y proponga otra cosa que no sea ese juego directo, que es un recurso lícito y una forma de jugar al fútbol tan eficaz como cualquier otra... pero no la única.
Hubo algunas buenas noticias en Chapín, además del resultado. El buen tono de Llorente, de nuevo el mejor rojiblanco sobre el terreno; las ganas y los detalles de Susaeta, la aportación de Gurpegui, que selló el centro del campo cuando salió, dos excelentes intervenciones de Iraizoz y varias cosas de Muniain, mucho más eficaces y positivas para el equipo en el ratito que estuvo que todos los regates inútiles que prodigó durante noventa minutos ante el Espanyol. También hubo cosas que corregir. La mala ubicación de Yeste, demasiado retrasado para su fútbol, el destierro de De Marcos en una banda, cuando ha demostrado que puede hacer mucho más daño jugando más centrado incluso como segundo delantero, o el penalti fallado por Javi Martínez. En una competición tan igualada, donde los partidos se deciden por pequeños detalles, incluso cuando el rival es alguien tan endeble como el Xerez, no te puedes permitir el lujo de fallar desde los once metros. Y lo malo es que la cosa lleva camino de epidemia que amenaza con contagiar a toda la plantilla precisamente por no contar con el antídoto de un especialista.

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martes, 8 de septiembre de 2009

Luis Solar no sabe lo que ha pasado en Lezama



Dos meses después de que la estructura de Lezama saltara por los aires, su hasta entonces máximo responsable, Luis Solar, le ha confesado a Jorge Cerrato en ETB que no sabe ni lo que ha pasado ni las razones que han provocado lo que ha pasado. No está mal para ayudar a calibrar con más precisión el estado de cosas en las entrañas del Athletic.
Solar manifiesta su estupor cuando recuerda que, el tsunami que se lo llevó por delante, según descripción propia, llegó cuando según él mejor estaban yendo las cosas en la cantera rojiblanca. Basa su valoración en el, a su juicio, dato objetivo del número de internacionales que acumulaba Lezama en las categorías inferiores, y en el excelente papel del equipo juvenil de categoría nacional, lamentablemente solo subcampeón de Copa por la nefasta gestión de los últimos minutos de la final, no achacable en ningún caso a los jugadores. Son datos objetivos, posiblemente, aunque quizá Solar debería conocer con mayor exactitud cómo confeccionan los técnicos de la Federación las selecciones inferiores, antes de otorgar al dato de las internacionalidades la categoría de valor absoluto.
En cualquier caso la perplejidad del ex responsable de Lezama debería preocupar a los seguidores rojiblancos hasta el punto de exigir una explicación al menos tan sincera a la otra parte del contencioso. Al romper su silencio, Solar está invitando a hablar a quienes primero le eligieron y luego le repudiaron. Por guardar un orden, estaría bien que antes incluso de explicar las razones de su repudio, aclararan primero las razones de su elección. Cuando, según han anunciado, la próxima semana presenten el nuevo organigrama y la nueva planificación de Lezama, podría ser el momento idóneo para dar las explicaciones que se reclaman. Veremos.

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